Cher Ami fue una paloma mensajera de apenas un kilo, convertida en leyenda por un vuelo que desafió heridas, balas y probabilidades. Su misión, casi imposible, detuvo el fuego amigo y salvó a los últimos 194 supervivientes del célebre Batallón Perdido. Más de un siglo después, su historia sigue siendo un recordatorio de que el coraje adopta formas insospechadas.
Cher Ami, el ave que salvó más de 100 vidas durante la Primera Guerra Mundial
Era octubre de 1918 y la 77ª División estadounidense había avanzado más de lo previsto en el bosque de Meuse-Argonne. Rodeados por tropas alemanas, incomunicados y bajo fuego constante, incluido el de sus propios aliados, que desconocían su ubicación. Los soldados intentaron enviar mensajes por tierra. Ningún corredor regresó. Las palomas mensajeras, último recurso del mayor Charles Whittlesey, se convirtieron en su única esperanza.
Las dos primeras aves fueron abatidas. Una tercera voló, pero con información incompleta. Entonces quedó una sola: Cher Ami. Ataron a su pata izquierda un mensaje desesperado: “Nuestra propia artillería está bombardeándonos. Por el amor de Dios, deténganlo”.
Un disparo perforó su pecho, quedando ciega de un ojo, otro destrozó su pata, que quedó sostenida por un tendón. Aun así, la paloma Cher Ami voló 25 minutos sobre 30 kilómetros y llegó al palomar aliado. El bombardeo cesó en minutos y el destino del Batallón cambió para siempre.
La vida de esta paloma
La paloma fue salvada por médicos militares y recibió una pata de madera. Su heroísmo le valió la Croix de Guerre, se convirtió en mascota oficial del Ejército de Estados Unidos y, tras su muerte en 1919, pasó a exhibirse en el Museo Nacional de Historia Americana del Instituto Smithsoniano.
Su legado trascendió la guerra. Su historia inspiró libros, documentales, películas y hasta videojuegos como Battlefield 1. Hoy es un símbolo de valentía en miniatura, una prueba de que incluso en los episodios más oscuros y el instinto de sobrevivir.






