El apodado "el apóstol de la muerte", de niño confesó haber torturado animales, al tiempo que no terminó el tercer año de la escuela secundaria, porque aprovechó el tener mucha habilidad con la mecánica.
En 1990 ingresó al Ejército del Perú, aunque él aspiraba a llegar a ser una autoridad y tener poder para "eliminar a los enemigos de Dios". Pero de esa fuerza lo echaron porque padecía esquizofrenia paranoide y tendría posiblemente el trastorno de psicopatía.
En 2003, este asesino serial le pagó a un ciudadano japonés 800 soles para que lo adoptara como adulto. La idea era que eso lo ayudara a emigrar a Japón como descendiente de japoneses. A partir de ese momento, y logrado su objetivo, cambió su apellido paterno de Mesías a Nakada, una táctica habitual de varios asesinos peruanos como una manera de eludir a la Justicia local.
Pero finalmente este homicida nunca se mudó a Japón, pero sí lo hizo su hermano menor Vayron Jonathan Nakada Ludeña, quien fue detenido allí en 2015, después de cometer una ola de crímenes en tres días: apuñaló y mató a seis personas en la prefectura de Saitama, en septiembre de 2015.
Por estos asesinatos, fue condenado a la pena de muerte, motivo por el que tuvo muchos intentos de suicidio. La familia, al enterarse de la situación que enfrentaban, afirmó que ambos hermanos eran esquizofrénicos.
Pedro Nakada Ludueña mataba a sus víctimas con pistolas calibre 9 milímetros equipadas con sus propios silenciadores de goma hechos a mano, modificados a partir de zapatillas. Según afirmó, este asesino serial escuchaba la voz de Dios que le "había ordenado limpiar la Tierra eliminando a los drogadictos, las prostitutas, los homosexuales y los criminales".
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Este asesino serial finalmente fue detenido el 28 de diciembre de 2006, luego de un intenso tiroteo con la Policía dentro de su lugar de trabajo. En medio del intercambio de disparos, un oficial resultó herido.
"El apóstol de la muerte" confesó haber matado a 25 personas, pero la Justicia lo declaró culpable de 17 homicidios y fue sentenciado a una pena máxima de prisión de 35 años. Actualmente permanece internado en un hospital neuropsiquiátrico de Perú.