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"Tener muchos seguidores también es una gran responsabilidad", indicó Lucio a diario UNO.
Gentileza
La historia más reciente —y quizás más impactante— ocurrió durante la última Fiesta Nacional de la Ganadería, en el predio ferial de Alvear. Dos trabajadoras de limpieza encontraron un morral en el patio de comidas. Sin dudarlo, buscaron a Lucio.
“Se acercaron a mí para que hiciera la publicación de que lo habían encontrado. Yo les dije: ‘Bueno, dame el morral que le saco una foto y lo publico’”, cuenta Lucio a diario UNO. Pero las chicas llevaban el bolso medio escondido. “Me dijeron: ‘Hay cosas de mucho valor, no sea cosa que caiga en manos de quien no corresponde. No queremos perder el trabajo”, recuerda.
Adentro del morral había documentos y una suma de $3.500.000. Lucio vio el DNI y no dudó: “Le dije, ‘¡A este tipo lo vi hace tres minutos en el restaurante del predio!’”. Lo buscaron. Estaba ahí, sin saber siquiera que había perdido algo. Cuando las chicas le devolvieron el bolso, el hombre —conmovido— les preguntó cuánto debía darles como recompensa. Ellas no quisieron nada. Finalmente, fueron recompensadas con 6 mil pesos cada una.
“Después de eso hice una publicación breve, sin decir montos, solo contando que lo habían devuelto y que hubo una retribución económica. A los 10 días todavía se sigue compartiendo”, dice Lucio, entre risas.
Un referente de Alvear, casi sin querer
Lucio Omar Aguirre tiene 56 años y lleva más de tres décadas en el periodismo. Empezó como relator deportivo en la única FM de General Alvear, pasó por varias radios, incluso por Radio Noticias en el Gran Mendoza, donde relató fútbol para un público más amplio. Con el tiempo, se fue volcando a un perfil más informativo, sin opinión, y hoy lidera el portal Alvear Hoy, con más de 45.000 seguidores en Facebook y millones de visitas en redes.
“El gran cambio empezó casi por casualidad. Una vez fui a cubrir un accidente para la radio y subí un par de fotos a Facebook. Tuvo mucha repercusión. Después, hice una nota sobre una familia que vivía en una choza. Subí un video pidiendo ayuda y empezaron a llegar donaciones de todo tipo: cocinas, heladeras, ladrillos... ¡pudieron construir su casa!”, recuerda Lucio.
A partir de allí, su perfil personal en Facebook dejó de ser solo una red social: se transformó en un canal de ayuda comunitaria. Desde entonces, quienes pierden o encuentran algo recurren a él. Y su respuesta es casi inmediata.
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Lucio Aguirre y sus dos hijas. Vive en Alvear y tiene una función naturalmente solidaria.
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“Ha habido momentos en que me escriben a las tres de la mañana. Siempre he tenido la voluntad de responder. Lo hago con naturalidad. Ya es un clásico de Alvear”, dice. Y no exagera: su red se volvió un canal alternativo de gestión social. A veces consigue medicamentos, otras veces ayuda a tramitar pasajes o conectar a alguien con Desarrollo Social. Cuando no puede ayudar directamente, publica el caso. La gente responde.
Solidaridad desinteresada
“Lo que hago es desinteresado. Me da mucho placer ayudar. A veces se logran cosas fabulosas, como conseguir dinero para operaciones o medicación. Saber que un pequeño aporte mío solucionó un gran problema me da una alegría que no puedo explicar”, dice.
Pero sabe también que la exposición tiene su peso: “Tener tantos seguidores es una gran responsabilidad. Hay mucha gente pendiente de lo que uno hace. Intento no creérmela, lo vivo con bastante naturalidad”, advierte.
Y si bien disfruta del reconocimiento —la gente lo saluda, lo aprecia, lo “cuida”, como él dice—, no pierde el foco: “No es nada heroico. Solo trato de estar disponible. El resto lo hace la comunidad”.
Un puente entre las personas
Hoy, además de su trabajo periodístico y su vínculo con el automovilismo —donde relata carreras y distribuye una revista en el autódromo—, Lucio sigue siendo ese puente entre personas que, en medio del caos cotidiano, necesitan ayuda.
Ya sea para devolver un morral lleno de dinero, reencontrar una mascota, conseguir un medicamento o simplemente visibilizar una necesidad, su celular y su perfil de Facebook son las herramientas con las que articula soluciones reales. Y eso, en los tiempos que corren, vale más que cualquier primicia.
“No hay una explicación. Simplemente pasó. Lo disfruto, lo vivo con naturalidad. Y si en el camino puedo tender una mano, bienvenido sea”, concluye.