Los integrantes de la familia Bazán Trillas, de Maipú, Mendoza, están viviendo un  infierno. Buena parte de las redes sociales hablan mal de ellos, están en boca de todos, y el caso por el que se los cuestiona ha trascendido a través de la prensa a todo todo el país.

Se trata de una familia que fue a pasear a San Luis y estando en la localidad de La Carolina tuvo -según lo que ellos han relatado- la mala fortuna de encontrarse con un tubo de pintura en aerosol que estaba tirado en el lugar, envase que terminó amargándoles la existencia.

Observaron que el aerosol tenía restos de pintura y cayeron en una de las malditas trampas humanas: la de querer ser famosos, la de dejar estampado donde sea (una pared, un puente, la ladera de piedra de un cerro como en este caso) que uno ha estado en determinado lugar para que el universo tome nota y no nos olvide.

Así es como pintaron la siguiente leyenda que sigue dando vueltas por el mundo digital, gráfico, y televisivo. "FLIA BAZAN TRILLAS MAIPU 8/2/19 MZA.

Se hizo la noche

A los pocos días la travesura había virado a tragicomedia. Varios puntanos comenzaron una batalla en las redes sociales para que esos mendocinos de Maipú, Mendoza, fueran debidamente escrachados y que el país conociera cómo habían afectado un bien de la naturaleza.

Y, encima, bienes extranjeros, de "otro país", eslogan inventado  para definir a San Luis por los hermanos Rodríguez Saá, sempiternos mandamases de esa provincia desde el retorno a la democracia en 1983.

Es fundamental marcar la diferencia entre estos noveles grafiteros y los que garabatean con "firmas" y firuletes a diario nuestra Ciudad y sus  alrededores.

Los Bazán Trillas han salido a dar la cara, se han hecho responsables de ese accionar, han reconocido que fue una decisión desacertada, y han anunciado que viajarán a San Luis para pactar con el intendente del lugar cómo subsanar el error. "No somos vándalos", han asegurado.

Es decir, han hecho lo que la gente de bien hace cuando se ha mandado un moco.

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Los otros, los hunos

Diametralmente opuesto es lo que hacen los garabateadores que día tras día se dedican a:

*Enchastrar de manera brutal las las paredes, puertas, ventanas o dinteles de viviendas particulares. Muchas de estas casas atacadas por los vándalos del aerosol son exponentes del arte arquitectónico.

*Ensucian los accesos de edificios de departamentos, degradándolos en su estética.

*Desjerarquizan con esos ridículos firuletes las sedes de reparticiones estatales. Baste citar las sedes del Palacio de Justicia, los tribunales de Familia, o el Espacio Contemporáneo de Arte (ECA).

*Rebajan las obras de arte de las plazas (recordar los estropicios en las mayólicas y esculturas de plaza España), destrozan el mobiliario urbano destinado a las publicidades, o se la agarran con  las paradas  de micros. Estos  trogloditas, por ejemplo, ya han salido  a enchastrar la nueva cartelería que informa a los usuarios acerca de los recorridos del Mendotran. ¿No es eso una hijoputez?

Los otros

Ese daño de los garabateadores (que salen a "trabajar" de madrugada, entre las sombras, en la clandestinidad, y que buscan ex profeso hacer cagadas) nada tiene que ver con lo que realizan los verdaderos grafiteros.

Estos últimos son  cultores del arte callejero o de las nuevas formas del  muralismo. No se esconden. Firman con sus nombres o con los del grupo artístico al que pertenecen.

Acuerdan con los municipios o con los particulares  la "intervención" de una pared o de algún otro tipo de espacio. Recordar por caso lo realizado en el nudo vial de Costanera y Vicente Zapata por los 200 años del Cruce de los Andes). Y, sobre todo,  son parte de un movimiento social y cultural.

El efecto Bazán Trillas nos permite, entonces, poner algunas cosas en su lugar. "No toda es vigilia la de los ojos abiertos", dijo el poeta Macedonio Fernández. Y no toda metida de gamba nos convierte en un hijo de Atila.


Por lo pronto se ha abierto una buena discusión. La ladera de un cerro no está para el churrete. Los espacios públicos merecen respeto. Y una familia se ha comprometido a subsanar su error. No es moco de pavo.

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