Estos roedores construyen sus madrigueras con la boca de acceso sumergida para dificultar el acceso de sus depredadores, sin importar que no tengan alguno en la Patagonia. Con sus cuatro poderosos dientes incisivos roen los troncos de los árboles hasta voltearlos y con ellos fabrican los diques. Por supuesto, es por su invasión que esto termina siendo un problema.
Pero la presencia del castor no se detiene en las zonas arboladas de la Patagonia. En áreas sin tanta vegetación, como las estepas del norte de Isla Grande o las alturas montañosas, modelan sus espacios con piedras y barro, y satisfacen su necesidad roedora con los postes que sostienen los alambrados de las haciendas.
bosques, patagonia
Argentina y Chile han unido sus esfuerzos para frenar el avance de esta plaga.
El resultado de la presencia del castor en la Patagonia desató una campaña conjunta entre Chile y Argentina para frenar los avances de la plaga. "Si Chile no actúa, a Argentina no le valdrá nada lo que haga, y viceversa”, confirman los especialistas.
Las pérdidas millonarias generadas por los castores
Tal y como informa el sitio Mongabay, el debate que se mantiene al día de hoy es si conviene erradicar definitivamente o tratar de controlar esta plaga. Sucede que los castores tienen su cuota de importancia en el ecositema, porque con sus construcciones aumentan la biodiversidad al crear hábitats para muchas especies.
Por último, la página citada también señala grandes pérdidas económicas a raíz de esta plaga. En Argentina, se calcula en 66 millones de dólares anuales las pérdidas por daños directos a los bosques ocasionados por esta especie. Y en Chile, en 2020, se estimó en 73 millones de dólares el perjuicio económico provocado por los castores. ¿Tendrá solución este problema?