Historias

Básquet bajo las luces y lejos de la rutina: el cable a tierra de un grupo de mujeres en Godoy Cruz

Son mamás, profesionales, trabajadoras. Pero necesitan hacer algo por ellas. Entrenan a las 10 de la noche y se reencuentran con lo que las hace felices

Bajo las luces del Club Obras Sanitarias de Godoy Cruz, cada martes y jueves por la noche sucede algo que va más allá del deporte. A las 22, cuando muchas familias ya se preparan para descansar, un grupo de mujeres —profesionales, madres, trabajadoras— se calzan las zapatillas, atan bien fuerte sus cordones y se lanzan a la cancha. Juegan al básquet con la intensidad y la alegría de siempre. Muchas, desde que eran chicas. Sienten que ese espacio les pertenece: es su recreo, su cable a tierra, su momento propio en medio del caos cotidiano.

"Todo surge en un grupo donde la mayoría se conoce. Somos chicas que ya jugamos al básquet de niñas y ahora de grandes nos vimos con un poquito de tiempo o con un poquito más de ganas de hacernos un espacio para nosotras", cuenta Valeria Morales, una de las protagonistas de esta historia. Licenciada en Administración y mamá de tres, Valeria administra consorcios durante el día y, por la noche, se convierte en ala corredora del equipo. "Esto lo hago por mí. Al principio me daba mucha culpa irme. Dejaba todo ordenado y me iba, pero igual la culpa estaba. Hasta que entendí que era sano y saludable. Es mi momento, mi carrera", advierte.

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Equipo femenino de básquet del club Obras Sanitarias. Todas madres, profesionales, trabajadoras y con tiempo para ellas.

Equipo femenino de básquet del club Obras Sanitarias. Todas madres, profesionales, trabajadoras y con tiempo para ellas.

Así como Valeria, cada una tiene su historia. Mariana Agostini —"Tutti" para sus compañeras— es profesora de Educación Física y la capitana del equipo. Fue ella quien invitó a Valeria hace cinco años. "El básquet es una pasión, es parte de mi vida, me enseñó compromiso, confianza, carácter. Es el amor que no se puede dejar a pesar de los golpes. Es llorar, reír y pasar momentos únicos", resume. Y en esa frase, están contenidos también los altibajos que implica volver al deporte tras años alejadas: lesiones, cansancio, frío... pero también campeonatos ganados, abrazos y risas.

Entrenar básquet al aire libre y de noche, todo sea por pasarla bien

Entrenan al aire libre, incluso con 4 o 5 grados de temperatura. "Es un gran esfuerzo. Entrenamos de 10 a 12 de la noche. Y los viernes jugamos partidos contra otros clubes. Pertenecemos a una asociación con alrededor de 20 equipos en la categoría Maxi", explica Valeria. En el último torneo Clausura salieron cuartas y van a jugar los playoffs. Una muestra de que la competencia es real, y que el nivel también.

"Nos une el amor por este deporte. Todas amamos el básquet. La mayoría lo hemos jugado desde chicas. Yo, por ejemplo, jugué desde los 5 hasta los 20. Después me casé, tuve mellizos y una nena más grande. Cuando me vi con un poquito más de libertad, retomé", cuenta Valeria. El regreso no fue fácil. En uno de los playoffs del año pasado, se quebró el peroné. "Me perdí la final. Igual salimos campeonas y ascendimos de la categoría B a la A. Ahí estoy yo en la foto con la copa y las muletas. Fueron dos meses sin pisar. Un cambio rotundo en mi vida", recuerda.

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"La culpa está, pero en las familias saben que esto es importante para nuestro bienestar", dijo Valeria.

Sin embargo, ni siquiera una fractura logró apagar el entusiasmo. Porque, como ella misma dice: "Llegamos a la cancha, dejamos la mochila, nos sacamos la campera y se paraliza el mundo. Es el único momento del día en el que nuestra cabeza deja de carburar".

Lo que comenzó como una juntada entre amigas, hoy es un equipo consolidado, con entrenamientos, partidos, tercer tiempo, encuentros en el parque con mate de por medio, festejos de cumpleaños, cenas con familias. "Nuestros hijos también se han hecho amigos. Nos van a ver, nos alientan. Es hermoso. Se ha armado una red de vínculos muy linda, más allá del juego".

Cada una tiene su motivación, su historia, su forma de vivir el básquet. Pero todas coinciden en algo: es su refugio.

Quiénes son y qué sienten por el básquet

Valeria Morales (Licenciada en Administración, posición 3): "Para mí el básquet es superación y una demostración para mis hijos de que la edad no es impedimento para hacer lo que a uno le gusta. Es el momento del día donde realmente me olvido del mundo y solo disfruto".

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"Tengo tres hijos y una profesión, pero el básquet es sagrado. Hasta con muletas recibí la copa", dijo Valeria a UNO.

Cecilia Mejías (Profesora de Educación Física, posición: base): "Jugar básquet para mí es mi momento, donde soy parte de un equipo y puedo expandirme en lo que más me gusta".

Gloria Guevara (Maestra Jardinera, posición: pivote): "Para mí el básquet es mi pasión y mi cable a tierra. Jugar, entrenar y disfrutar".

Carol Ahumada (Diseñadora Gráfica, Analista de Marketing y Diseño, posición: ala/falso pivote): "El básquet me da la dosis justa de felicidad para sentirme completa".

Daniela Quinteros (Profe de yoga, posición: ala): "Un lugar de encuentro, de hacer amigas, jugar en equipo, aprender, mejorar y, sobre todo, disfrutar".

Patricia Zarco (Corredora Inmobiliaria, posición: ala): "Es el reencuentro conmigo misma, con mi yo niña. Alegría, aprendizaje, competencia, desafío, superación personal, compartir, priorizar el todo".

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Virginia Nardelli (Abogada, posición: base/ala): "Diversión, superación personal y mi momento personal".

Verónica Pérez (Diseñadora Gráfica, posición: ala): "Es disfrute, adrenalina, emoción, superación, amistad, conexión, aprendizaje... y dar el ejemplo a mis hijos de que hay que hacer lo que uno ama para ser feliz".

Cecilia Belén Flacca (Trabaja en transporte público, posición: 1 o 2): "Es la parte del día que espero para desenchufarme, compartir con mis compañeras y seguir aprendiendo".

Mariana Devito (posición: antiguamente 5): "Es olvidarse de todo, disfrutar, compartir, conocer personas hermosas, aprender".

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El equipo casi completo.

El equipo casi completo. "Amamos el básquet y el sacrificio vale la pena", coinciden las chicas.

Sabrina Páez (Ayudante de cocina, posición: 4 o 5): "El básquet es todo para mí, mi segunda casa, el lugar donde me siento feliz y me desconecto".

Mariana Agostini (Profesora de Educación Física, posición: 3/4): "Es compromiso, confianza, carácter. Es amor por algo que no se puede dejar. Es llorar, reír y vivir momentos inolvidables".

Luciana Monllor (Médica Veterinaria, posición: 4/5): "Es un cable a tierra. En la cancha los problemas, las angustias y el cansancio no entran. Es nuestro momento para pensar solo en jugar".

En este mundo vertiginoso que les exige estar en todos lados —en casa, en el trabajo, con los hijos—, estas mujeres eligieron también estar para sí mismas. Le devolvieron al cuerpo la actividad que extrañaba. Al corazón, la pasión. Y a la mente, el descanso que necesita.

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Jugadoras del club Obras Sanitarias, felices. La noche y el frío no importan.

Jugadoras del club Obras Sanitarias, felices. La noche y el frío no importan.

"Somos niñas en cuerpos de mujeres grandes jugando al básquet como si fuéramos nenas de premini. Nos reímos absolutamente de todo. De que una se caiga, de que si nos chocamos, de cuando una se equivoca. Nos miramos y ya nos reímos. Es el recreo de nuestro día", concluye Valeria.

Y sostiene que, para ella, la verdadera victoria no está en los puntos ni en los campeonatos sino en poder hacer lo que una ama, sin culpas, y acompañada.

Y estas mujeres lo saben bien: cada noche de martes y jueves, en el club Obras, ganan mucho más que un partido.