A Marcelo Tinelli le pasa con su proyecto político lo mismo que le sucedió en la AFA cuando quiso ser presidente del fútbol argentino. Mucha espuma y escasos logros.

Tal vez sea por eso que ha decidido rumiar su bronca a través del humor. La verdad es que le vendría mucho mejor seguir en esa veta televisiva que en su metejón de aprendiz de político.

Según el conductor del Bailando, Alberto Fernández de Kirchner (como lo bautizó el diario Perfil) es Frataslafra, esto es, un desconocido. Alguien que puede tener valores y al que respeta (según sus textuales palabras), pero al que la gente no lo ve como candidato a presidente de la Nación.

Sal en la herida

Sangra por la herida el rey de la televisión. En realidad, de la vieja televisión, porque en la nueva TV las audiencias tienden a repartirse en  diversas plataformas y han hecho caer a la mitad lo que hace un lustro eran aquellas invencibles audiencias tinellianas de 20 o 25 puntos de rating en la TV abierta.

Conocedores del paño aseguran que el conductor tiene viejas cuitas no resueltas con Alberto Fernández.

Provienen de cuando éste fue jefe de Gabinete de Néstor Kirchner y también en un tramo corto de Cristina, antes de que ella lo cambiara por esa corte de "galanes" que incluyó a Sergio Massa, Juan Manuel Abal Medina, Jorge Capitanich y Aníbal Fernández.

Es cierto

Hay un viejo cortocircuito entre Marcelo Tinelli y Alberto Fernández. Alguna vez, en 2007, último año de la gestión de Nestor Kirchner, el Cabezón lo llamó "el López Rega de Kirchner".

Clarín recordó esta semana que la pelea fue porque ese año Alberto Fernández "denunció presuntas maniobras de evasión impositiva en los espacios de publicidad de programas producidos por la empresa Ideas del Sur", por entonces en manos de Tinelli.

Lo concreto es que Tinelli es muy bueno para esto de mofarse de los políticos, algo que seguramente perderá cuando pase a formar parte de la corporación política, si es que alguna vez lo aceptan en ese redil.

En dicha corporación todos se deben favores o se prodigan odios sin apelar a esa forma de la inteligencia que es el buen humor.

Son de mármol

Los políticos apenas se hacen conocidos y al tener algo de poder empiezan a sentir que el frío del mármol les comienza a subir desde las plantas de los pies, como decía Quino, el padre de Mafalda.

Ergo: se suelen poner medio pavos, pierden espontaneidad e insisten en lucir envarados. Ni hablar cuando se postran ante la corrupción. Hay excepciones, claro, pero esos son precisamente los buenos políticos

Tinelli debería convencerse de que su forma de hacer política es la que viene realizando desde hace años como adalidad de la televisión o como productor de contenidos.

Es en su tarea frente a las cámaras y en la elaboración de sus productos, en especial de ShowMatch, donde ha cosechado poder, permitiéndole además exhibir cierta veta solidaria.

Hacer esas cosas le ha facilitado (desde hace dos décadas) ser una de las personas más poderosas de la Argentina junto a presidentes, ministros, empresarios e investigadores. 

Alguien a quien los políticos recurrían para que los caricaturizaran en sus programas porque eso les daba un nivel de conocimiento muy grande.

O que, por el contrario, iban con la escupidera a solicitarle a Tinelli que no los tomaran en solfa porque ellos ya se consideraban tan importantes que creían que la burla o el sarcarsmo los iba a afectar, como Néstor y Cristina.

Ojo al piojo

Tinelli no debería olvidar que cuando los artistas se meten a hacer política partidaria, suelen patinar. Y feo.

Y si no, que lo diga Dady Brieva, el hiper kirchnerista que vive hablando pavadas creyendo que así defiende a Cristina.

Como ahora, que ha dicho que lo primero que deben hacer Alberto y Cristina si ganan las elecciones es abrir las cárceles para liberar a todos "los presos políticos de Macri".

Entre esas "víctimas" se cuentan, según este Midachi trastornado por su fanatismo, próceres como Julio De Vido, Luis D´Elìa, Josecito López, Ricardo Jaime, Lázaro Báez o Cristóbal López.

 

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