En lugares como Mendoza se hablaba poco, hasta hace unos días, de María Eugenia Vidal.

Se tenía en claro que la gobernadora de Buenos Aires es la figura política con mejor imagen positiva en el país, pero también se sabía que el prestigio y la intención de voto no siempre van en yunta.

Muchos imaginaban su proyección nacional (léase: sus intenciones presidenciales) para una hipotético proyecto 2023, luego de que Macri cumpliera su segundo mandato en la Casa Rosada.

Sin embargo la última semana de este marzo que acaba de concluir está llamada a ser recordada como aquella en la que el futuro de la gobernadora bonaerense parece haber pegado un respingo.

Pasemos en limpio

Lo ocurrido le significó a Vidal un shock de empoderamiento (con perdón de la palabra) que, aseguran, la sobrepasó porque no fueron sus propias usinas las que lo habrían generado.

Por el contrario, para Mauricio Macri  fueron siete días olvidables, sobre todo porque los planetas se le alinearon casi todos en contra, en muchos casos por un contagio a partir de las subas del dólar.

Lo cierto es que esa negatividad, generada por datos concretos de la realidad o por un excesivo prurito de "démosle sin asco al ricachón para no quedar como garcas", terminó favoreciendo a la bonaerense.

Iba a decir aupándola, pero me niego. Aupar es una palabra más fea que empoderar. Se trata de terminología agrandada que es más espuma que esencia y que la genera esa tonta fiebre por cumplir preceptos políticamente correctos.

La venganza

El entorno de la Vidal cree que lo ocurrido es la consecuencia de tantos ninguneos que ella y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, han vivido por parte del jefe de Gabinete, Marcos Peña; del gurú comunicacional Jaime Durán Barba, y del equipo económico de  Nicolás Dujovne.

En un país como la Argentina donde no podemos prever con cierta seguridad qué va a pasar en política dentro de 15 días, lo ocurrido con la gobernadora de Buenos Aires y con el jefe de Gobierno porteño, que han vuelto a ser incluidos  en el plan de campaña, ya es todo un dato.

En su momento los dos tuvieron que quemar en el altar de la lealtad a Macri las evidencias que recomendaban anticipar las elecciones bonaerenses y porteñas.

Por entonces apretaron los dientes, pero comprendieron que Macri necesitaba que ambos lo acompañaran en una gran elección presidencial unificada.

La prenda

No debe ser fácil tener que convertirse en un plan alternativo para salvar a Cambiemos de una  supuesta debacle reeleccionista de Macri. Pero en la Argentina todo hay que tomarlo con pinzas.

Hoy nadie tiene la certeza sobre si Macri irá por su segundo mandato o si Cristina se bajará o la bajarán los juicios por corrupción que se darán como en dominó, como ya  le ocurrió a Lula Da Silva.

No nos extrañemos que la semana que viene estemos hablando de que el respingo lo ha dado el hoy defenestrado Macri.

Por lo demás, incluir a Vidal y a Larreta en el plan de campaña resulta ineludible para Macri. La bonaerense y el porteño tuvieron que traicionar sus instintos de supervivencia en sus distritos, que recomendaban anticipar las elecciones en Buenos Aires y la Capital.

Ambos aceptaron el sacrificio, pero ante los datos negativos de la economía, ahora exigen sentarse en la mesa chica y que los escuchen.

Durán Barba tendrá verba. Pero la Vidal y Larreta tienen los votos

¿Se da cuenta, lector, cuán provisional es la política en esta Argentina colonizada por las corporaciones y el cortoplacismo?  

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