Habrá que estar atentos. Ella viene este sábado 27 de julio a Mendoza y puede ser una jornada histórica. Algo así como cuando Charly García usaba a Mendoza de laboratorio de pruebas para lanzar algunos de esos disparates con los que buscaba escandalizar a los mendocinos pacatos.

Aquí Charly se bajaba los lienzos y nos mostraba el traste en pleno show. Aquí, el músico se dedicaba a hacer bardo y destrozos en los hoteles. Aquí, se tiraba de un noveno piso hacia una piscina y salía vivo. Mendoza, en sus manos, era arcilla para que el happening nunca se detuviera.

Ahora que los rockeros ya no asustan a nadie, algunos políticos quieren coparles la parada. A su manera, claro.

Que lo diga, si no, Cristina Fernández de Kirchner, quien insiste en quitarle protagonismo a su propio candidato a presidente de la Nación, Alberto Fernández. La expresidenta viene divirtiéndonos con sus ocurrencias durante la presentación en todo el país de su libro de (des) memorias Sinceramente.

Seguramente Mendoza no será la excepción en esta nueva etapa de standapera política.

La venganza nunca es buena

Bastó que Alberto dijera "yo no seré el presidente de la venganza" para que Cristina acusara al periodista Luis Novaresio de haberle hecho -en 2017- una entrevista áspera donde éste tuvo el tupé de preguntar y repreguntar como si estuviéramos en una país serio.

Con su inigualable sarcasmo, Cristina dijo que a Novaresio sólo le faltaba la lámpara para encandilarla y sacarle información y, claro, la picana. Como en la dictadura miliar.

Cuiden a la reina

Mientras Alberto tiene que lidiar a diario con el periodismo real, ella en cambio se dedica a un show autorreferencial en cada presentación de su best seller.

Para su bien, tiene como supuesto entrevistador serio al escritor y periodista Marcelo Figueras, quien es como Portales para Olmedo. Figueras le da el pie para que ella diga cosas esclarecedoras, pero sobre todo simpáticas, que ablanden su imagen, como le han enseñado sus asesores españoles.

En una ciudad  como Mar del Plata, por ejemplo, nos sorprendió con sus admoniciones contra María Eugenia Vidal. Cristina no puede entender por qué a ella le inventan historias con supuestos amantes, y a la Vidal, que es divorciada, la tratan como una señora de sus casa o un hada virginal. Vidal no sólo es divorciada sino que, según Cristina, ni siquiera es "del campo nacional y popular".

El tamaño

En realidad, una de las cosas que Cristina maneja con bastante desparpajo, es el doble sentido. También lo relativo a las jergas, aunque en este caso le cuesta más elevar el nivel.

En 2012, durante una de esas kilométricas cadenas nacionales, la expresidenta jugó con el famoso tema del tamaño

“A todos -dijo- nos gusta tener siempre más, es natural eso, es una conducta del hombre, no vamos a venir a descubrir la pólvora con esto, ni hacernos la gallina distraída". 

Esta semana pocos asuntos han sido más  debatidos que la forma en que Cristina cuestionó a las segundas y terceras marcas de productos de primera necesidad que ofrecen hoy los supermercados.

"Está lleno de productos La Pindonga y Cuchuflito",  aseguró la dos veces  exmandataria de la Nación, quien aclaró que durante el kirchnerismo estaba todo lleno de primeras marcas.

Una investigación periodística reveló luego que durante la presidencia de Néstor kirchner el 46% de los productos de mayor venta en los súper eran de segundas marcas.

Pero más allá de todos esos desvaríos políticos, lo que más llamó la atención fue el uso explícitamente pícaro y erótico que Cristina hizo del término "pindonga".

El habla popular ubica inmediatamente pindonga en el terreno de la sexualidad. Por eso, una palabra como ésta en boca de un político no tiene nada de ingenuidad.

Pindonga instala un mensaje. Genera cierta complicidad. Y puede hacer pensar a algunos que nuestra protagonista está más allá de todo mal.