Poco a poco van cambiando ciertos prejuicios con que una parte del periodismo porteño solía tratar a Alfredo Cornejo.

Hasta hace unos meses podían leerse comentarios de analistas importantes, como Jorge Fernández Díaz, donde se lo mentaba como una especie de quilombero que buscaba romper Cambiemos sin tener el pinet necesario, desconociendo que para eso los radicales lo tienen a Ricardito Alfonsín.

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Hoy aquellos columnistas están aprendiendo a entender a este mendocino todavía algo hosco que ahora afirma cosas como ésta: "En el 2015 no había otro lugar para que estuviera el radicalismo que Cambiemos. Y ahora no hay otro lugar para que el radicalismo esté que no sea esta coalición".

Y cuando señala "esta coalición" se refiere no sólo al PRO y la UCR sino también a la Coalición Cívica de Lilita Carrió, a pesar de que ésta no lo quiere ni un cacho y que nadie sabe qué va a hacer ahora que renunció a su banca de diputada nacional.

¿En qué sostiene esa visión? En que "la Argentina tiene una urgente necesidad de equilibrio, un valor que puede representar muy bien esta coalición". 

Todo indica que los macristas van a esperar a salir del gobierno para poder empezar a tratar eso del liderazgo horizontal que propone Cornejo para cuando sean opositores.

Es que muchos de ellos aún  no han terminado de procesar la cantinela de Cornejo respecto de que Macri y Marcos Peña demoraron demasiado tiempo en redescubrir la política.

¿Qué es hoy ser opositor?

En ese país que ahora llevará la marca de Alberto Fernández y de Cristina Kirchner, la oposición tendrá un peso muy atendible gracias al 40% de los votos que logró el actual oficialismo. Y ahí es donde Cornejo quiere tallar como jefe de la UCR e integrante de Cambiemos (hoy Juntos por el Cambio).

Sabe que sus triunfos en Mendoza no son moco de pavo. Ganó con más de 50% una banca de diputado nacional, dejará la provincia en manos de Suárez, un radical bendecido por él, y Macri obtuvo aquí uno de sus triunfos más resonantes. Todo eso, más su bagaje político, lo han puesto en una pole position para ejercer de opositor senior.

Y pese a su impronta de dirigente afecto a concentrar decisiones, ahora es consciente de que sería un error intentar encerrar el poder opositor en una sola persona. 

Política, perdónalos

Zorro, entiende que es la hora de una conducción opositora que respete la idea de una verdadera coalición, algo que no se pudo cumplir siendo gobierno por el excesivo presidencialismo de la política argentina.

"Desde diciembre tenemos que ir a una oposición horizontal sin un liderazgo único", ha recitado Cornejo sabiendo que el principal destinatario es Mauricio Macri, el de la bienvenida remontada.

Pero que también va para otros líderes importantes del macrismo como Horacio Rodríguez Larreta o María Eugenia Vidal, que durante estos cuatro años tuvieron todo el tiempo la bota de Marcos Peña pisándolos para que no levantaran cabeza más allá de sus distritos. Y que asimismo es para sus correligionarios radicales, como Gerardo Morales o Mario Negri.

Lo que Cornejo está diciendo es que si Cambiemos hubiera actuado más politicamente estos 4 años, pactando, negociando, hoy el peronismo no estaría unido con el kirchnerismo. La sequía existió. La mala situación internacional de 2018 que cerró mercados, también, pero no fue excluyente. 

El mendocino estima que varios macristas, con el Presidente y Peña a la cabeza, han confundido la partidocracia y la politiquería con la política. Y que mientras se perdían en esos senderos, el kirchnerismo, al que en 2016 el gobierno le había dado el certificado de defunción, se dedicaba a hacer política para llegar triunfante a este 2019.