Era cerca de las 9.30 cuando dos efectivos de la Unidad Especial de Patrullaje recorrían la lateral Norte del Acceso Este, casi calle Las Cañas, en Guaymallén, notaron el nerviosismo de dos jóvenes motociclistas, quienes al verlos intentaron escapar. En el momento, los uniformados salieron a perseguirlos, pero la persecución se tornó peligrosa cuando el joven que iba de acompañante comenzó a disparar.
En el momento se desató un tiroteo que acabó a las pocas cuadras, cuando uno de los motociclistas recibió un balazo en el hombro que puso fin a la fuga.
El herido fue trasladado por el SEC al Hospital Central, mientras su cómplice –un joven de 18 años– terminó en la Oficina Fiscal Nº8 de San José.
Hasta ese momento, los pesquisas creyeron que sólo habían sacado de circulación a dos muchachos armados que podrían ser potenciales asaltantes. Sin embargo, más tarde supieron que el herido no era otro que el Ardilla, un joven al que apuntaron varios de los presentes durante el crimen de Gustavo Pelegrina en el enfrentamiento de barras bravas ocurrido a fines de diciembre en el Poliguay.
Según señalaron esos testigos, y también confirmó luego uno de los dos detenidos por el crimen, el Ardilla habría sido quien disparó el arma que acabó con la vida de Pelegrina. Aquella noche del 26 de diciembre, en el club de calle Gomensoro y Tres de Febrero se disputaba la final de fútbol de salón que enfrentaba a los locales con Municipalidad de San Martín.
Al parecer, antes de que comenzara el segundo tiempo alguien vio a un hincha de Independiente Rivadavia que llevaba un bombo (habrían sido invitados por los locales para que los alentaran) y en cuestión de pocos minutos eran unos 15 barras del Boli (Atlético Argentinos) que armados entraron al club. En el momento varios de ellos sacaron armas y comenzaron a disparar, pero hay quienes aseguran que fue el Ardilla quien empuñó el arma de donde partió el disparo que le atravesó la cabeza a Pelegrina. Un niño de 11 años también fue herido en medio del tumulto.
La víctima, de 29 años, era padre de dos niños, junto con su esposa esperaban a su tercer hijo y jugaba en San Martín de Porres. Esa noche, luego de que se suspendiera el partido que debía disputar, decidió quedarse a ver la final, y allí encontró la muerte.