"Se los ve bastante bien adaptados", dijo uno de las fuentes consultadas, que aclaró que "reciben la misma comida que los demás internos, más lo que le acercan sus familias". Es que desde mediados de noviembre pasado, los presos volvieron a recibir la visita de sus familiares tras el inicio del aislamiento por el coronavirus: una vez por semana, apenas un familiar por detenido puede ingresar a visitarlo, bajo medidas estrictas de bioseguridad.
Los familiares aprovechan la oportunidad y les llevan libros, ropa, elementos de higiene, yerba y cigarrillos. Según los voceros, los rugbiers reciben eventualmente asistencia espiritual de parte de un pastor.
Sin embargo, allegados a los ocho detenidos cuestionaron la ayuda psicológica y psiquiátrica que reciben dentro del penal y dijeron que los ven "sufriendo bastante".
Uno de esos allegados -que prefirió mantenerse en el anonimato para evitar, según dijo, posibles represalias contra los detenidos- cuestionó "principalmente a una psicóloga, que juzga y pide que se arrepientan de un proceso que todavía no tiene sentencia".