En 2015, se lanzó la licitación para la construcción del complejo La Barrancosa-Condor Cliff (rebautizado Kirchner-Cepernic). Las obras contemplaban dos nuevas represas que aportarían al Sistema Argentino de Interconexión unos 1.740 megavatios (MW).
En 2015, se lanzó la licitación para la construcción del complejo La Barrancosa-Condor Cliff (rebautizado Kirchner-Cepernic). Las obras contemplaban dos nuevas represas que aportarían al Sistema Argentino de Interconexión unos 1.740 megavatios (MW).
Se preveía la generación de 7.000 puestos de trabajo y el desarrollo de áreas de riego, posibilitando así la expansión agrícola ganadera, el mejoramiento de las cadenas de valor agroindustriales y la atenuación de las crecidas del río Santa Cruz.
Actualmente, el aprovechamiento de las aguas en Argentina supone casi 12 gigavatios (GW) de potencia instalada. Los mayores embalses aprovechados son Yacyretá (Corrientes), con una potencia de 3100 MW; Salto Grande (Entre Ríos), con casi 1900 MW; Piedra del Águila (Río Negro-Neuquén), 1400 MW; El Chocón (Río Negro-Neuquén), 1260 MW; y Alicurá (Río Negro-Neuquén), con 1050 MW.
En el acuerdo de financiación con China, el principal inversor de las realizaciones, se definía que la devolución del crédito otorgado se saldaría 15 años después de la entrada en operación de las centrales, utilizando el beneficio obtenido por la venta de energía. En teoría, nos permitiría ahorrar unos 1.500 millones de dólares anuales en importación de gas licuado proveniente de Qatar.
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El plazo estimado para la entrada en operación original era de cinco años y medio: entre 2021 y 2022. Sin embargo, ya han pasado ocho años de trabajos y el avance es relativo, no supera el 40 % del total.
"Van a paso de hormiga" suelen decir los especialistas más avezados.
El proyecto inicial fue tasado en 4.100 millones de dólares lo que equivalía a un precio de 2.4 millones de dólares por megavatio instalado. Ese valor representaba el doble de lo que costaría instalar aerogeneradores para la eólica o paneles para la solar. Luego, en 2018, los costos aumentaron hasta 4.700 millones de dólares por dificultades técnicas. En 2019, aparecieron más problemas que implicaron un incremento de presupuesto de entre 170 y 300 millones de dólares.
A estos desembolsos debemos sumar la construcción de la línea de extra-alta tensión (LEAT) y la red de conexión entre ambas centrales. Esto aumenta las erogaciones en otros 2.000 millones de dólares. Por si fuera poco, tras una modificación del proyecto original, los 1740 MW instalados pasaron a ser apenas 1310; 360 MW de la central Cepernic y 950 MW de la Presidente Néstor Kirchner.
A esta altura, todo se disparó hasta 5.3 millones de dólares por MW: cuatro veces más que los valores de las otras renovables.
La seriedad institucional en torno a las obras es casi inexistente. Desde el inicio, ya hubo:
Resumiendo, en el mejor de los casos, los diques contenedores y las turbinas estarían operativos en 2026. Por suerte, como la financiación proviene de Pekín, el plan "motosierra" del presidente Javier Milei no las afectaría.
Muchos de los proyectos hidráulicos que tiene la Argentina han sido objetados por los ambientalistas debido al impacto que podrían tener en el entorno, ya que se trata de mega construcciones con grandes espejos de agua y eso modifica el clima local.
Esto ocurre con los planes para Garabí (Corrientes), Corpus (Misiones) y Chihuido (Neuquén).
Veamos cinco grandes reparos que existen:
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