"Estoy atrapado en casa y no puedo salir porque tengo mucho miedo a los talibanes", dijo el el joven Murtaza, que pertenece a la atacada minoría chií hazara, objetivo constante de ataques, sobre todo del grupo yihadista Estado Islámico (EI).
"Quiero viajar a un lugar seguro desde Afganistán. Por favor, salvadme de esta situación", rogó el niño, que pidió ayuda a los futbolistas del mundo, en especial a Messi, para que pueda salir con su familia del país y "jugar al fútbol en paz".
Algo que Murtaza no deja de hacer en ningún momento, aunque sea en el interior de su casa, una pasión por el balón que quedó clara desde que en 2016 fue fotografiado con una camiseta fabricada con una bolsa de plástico con las franjas azules y blancas de la selección argentina y el nombre de Messi y su número 10 pintado.
Pero aquellas imágenes, que le permitieron conocer a su ídolo en persona en Qatar, le han brindado más desgracias que alegrías, ya que su fama repentina trajo consigo amenazas de extremistas o incluso el miedo al posible secuestro del pequeño, al pensar muchos que la estrella argentina les había hecho una gran donación.
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Foto: Familia Ahmadi