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Estas variables se tienen en cuenta porque partimos de la premisa de que somos dueños de elegir qué hacer de comer, y por ello se nos presentan más oportunidades de optar.
Si este mecanismo explicado se pusiera en marcha en otros aspectos de la vida, de seguro que muchos argumentos libertarios se caerían de cuajo, entre ellos que lo público no sirve. Por ello desde estas pocas palabras voy a sumergirme con este simple ejemplo de economía domestica y lo voy a extrapolar en el gran negocio de la industria de los medicamentos.
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El autor de esta nota de opinión es Gerardo Santarelli, presidente del Partido Socialista.
Para los más distraídos, traigo a colación que hace 15 años que tenemos los avales legales y técnicos en Mendoza para avanzar en nuestro propio laboratorio por medio del proyecto de Lapromed (Laboratorio de Producción de Medicamentos). Dicho proyecto cuenta con media sanción de la Cámara de Diputados, donde la Provincia adhería a la Ley Nacional 26.688, la cual ponía énfasis en la investigación y producción pública de medicamentos, materia prima para su producción, vacunas y productos médicos (dicha Ley quedó derogada por el DNU 70/2023).
Es decir que en Mendoza ya contamos con nuestra “cocina” (jerga mal utilizada si los lectores son fanáticos de Breaking Bad) para hacer nuestros propios medicamentos, es decir que podemos hacer de manera más barata y eficiente la adquisición de bienes sociales. En todo caso, si buscamos hacer uso de las desregulaciones nacionales sobre importaciones. Nos resultaría aun más conveniente la compra de los principios activos necesarios, que la adquisición de medicamentos ya hechos.
Si tenemos la “cocina” para nuestros medicamentos, ¿de dónde sale el cocinero? Nuevamente ponemos sobre la mesa el Proyecto de Lapromed que ya dejó fijado un lugar físico y recurso profesional destinado, sin mencionar la posibilidad de convenios con universidades (públicas y privadas) y distintos organismos de ciencia y tecnología, que ya tienen sus “recetas” listas.
Con esto expuesto, ya estaríamos en condiciones de salir a buscar las “ofertas” para cocinar nuestros propios medicamentos. Desde 2017, la FDA se ha esforzado en tener un listado de productos farmacéuticos de marca que ya no están protegidos por patentes o exclusividades, actualizando estas listas cada seis meses (en junio y diciembre de cada año). También la OMS y el Banco de Patentes de Medicamentos hacen relevamientos periódicos para facilitar la creación de medicamentos genéricos. Ahora sólo falta definir cuáles son nuestras necesidades, estar atentos a las estacionalidades y saber dónde buscar los mejores “precios” en relación a lo que necesitamos y aprovechar las oportunidades que se puedan dar, además de permitir la regulación económica del sector farmacéutico y la formación de capacidades científico-tecnológicas.
Entonces, teniendo la “cocina” y los “cocineros”; ¿por qué seguimos buscando comprar las cosas hechas afuera?