La actual vendimia es una de las más complejas de las últimas 2 décadas. Los productores, atravesamos una crisis por falta de tecnificación y productividad, consecuencia de la constante pérdida de rentabilidad del sector primario. El sector industrial, por otro lado, esta enormemente afectado con un dólar retrasado que imposibilita exportar con rentabilidad, inflación del 100% anual, y una fuerte restricción de importaciones de insumos, productos y maquinaria que afectan el proceso industrial. Los sucesivos accidentes climáticos, heladas y granizos, terminaron de conformar lo que es el actual panorama, la tormenta perfecta.
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Mientras tanto, en las calles de nuestra ciudad, desfila la otra vendimia.
Soy uno de esos convencidos de que estamos frente a un cambio de época, en donde el sector productivo deberá tener el coraje de dar discusiones de fondo, reformas estructurales que nos lleven a los viticultores a un nuevo ciclo de crecimiento sectorial fuerte, en especial en el ámbito del comercio internacional. Desde la base, debemos trabajar en integrar a los productores a través de precios justos y transparentes, que permitan a este sector sostenibilidad en el largo plazo, productividad y calidad. La industria, necesita del mercado interno fortalecido para sostenerse, pero al mismo tiempo es imperioso que se estructure una estrategia de mediano y largo plazo para poder incrementar las exportaciones de manera rentable y competitiva.
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El duro trabajo en la viña está muy alejado del glamour de la vendimia urbana.
Leyes laborales propias del siglo pasado, que debe ser modernizada, desalientan los vínculos laborales con derechos y son la razón del 50% del empleo informal en la agricultura. Un esquema tributario, altamente regresivo para las actividades agrícolas e industriales, que desalientan a quienes queremos agregar valor a los productos en origen, en nuestros pueblos. Un sistema previsional, obsoleto, que deja a nuestros trabajadores empobrecidos en su retiro.
Debemos dar las discusiones de fondo, sin esconderse detrás de los carruajes, de las reinas y los escenarios.
El cambio de época, nos obliga a empresarios y emprendedores a ser parte, con un diálogo abierto y constructivo, procurar participar en la construcción de las políticas públicas que pongan a Mendoza de nuevo en el andarivel del crecimiento, a la vitivinicultura como una de las locomotoras del crecimiento.
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También nos obliga a ser actores principales, a salir de nuestra zona de confort y buscar los espacios adecuados de participación, para construir la gran agenda económica que la provincia de Mendoza se merece.
*Diego Stortini, Emprendedor, Viticultor y Dirigente Empresarial