Lo raro es que los públicos más perfumados suelen recibir con aplausos ese tipo de speech presidencial, como si estuvieran viendo y escuchando a un comediante puteador de stand up y no a un jefe de Estado.
Nos preguntamos si lo de insultar a destajo tendrá que ver con el lenguaje del paleolibertarismo que busca unir a los libertarios con los sectores más rancios de los conservadores? "Paleo" es una voz de origen griego que significa "antiguo, viejo, primitivo". Sería bueno saber si en los gruñidos con que se comunicaban en el paleolítico ya estaba incluído el insulto que, dicen, es más viejo que la injusticia.
►TE PUEDE INTERESAR: Mataron a una mujer en Maipú y la Policía capturó a un hombre como presunto autor del femicidio
Javier Milei en Mendoza
Javier Milei durante su visita a Mendoza.
Foto: Diario UNO / Axel Lloret
¡Un traumatólogo ahí!
El insulto, siempre a mano del actual inquilino de la Casa Rosada, es una forma de comunicación emotiva que busca impactar políticamente, pero también menoscabar y herir, En la vida real de los mortales también se utiliza el insulto para hacer chistes o divertir. "Sos un guacho hijo de puta" suelen decirse entre sí personas de mucha amistad cuando caen en una celada jocosa.
Las razones por las que se insulta son complejas, variadas. Que lo haga un ciudadano de a pie puede causar hasta gracia. En cambio, la puteada en boca del presidente de la Nación es una advertencia, incluso una amenaza. Pero también, si se lee bien, es la confesión de un estado de ánimo
Los seres humanos que sufren frustración y tienen dificultades para manejar emociones o para acertar en la comunicación con los demás suelen recurrir al insulto para arreglar sus dificultades de relación.
El propio Milei nos ha informado a lo largo de los últimos años que su niñez y adolescencia fueron bastante traumáticas por la violencia física y psicológica que sufrió en el ámbito familiar. Hasta hace un tiempo solía decir: "yo no tengo padres, tengo progenitores". De allí el profundo lazo con su hermana Karina, número 2 del Gobierno. La carrera presidencial volvió a unir a Javier Milei con padre y madre.
Fuera de protocolo
Hay que hacerse a la idea de que hasta 2027 tendremos un Presidente que estará fuera de los cánones conocidos en materia de protocolos políticos. Si a Milei le va medianamente bien en el saneamiento macroeconómico, que es el motivo esencial por el que fue votado, seguramente se le soportará sus explosiones orales. Raramente se va a rebajar per se a hacer política de manera convencional.
Lo más seguro es que sea la realidad la única que lo pueda poner en vereda. De hecho, ya lo hemos visto obligado a bajar algún cambio en su relación con el Congreso y con los gobernadores. Ocurre que los golpes o dificultades que vive por no armar un buen equipo político se tornan demasiados evidentes. ¿Qué es, si no, el famélico nivel intelectual de algunos de sus escasos legisladores.
Raramente Milei lo va a aceptar, aunque de manera lenta se está dando cuenta que política y economía no son tan asquerosamente antitéticas. Sin embargo, como para reafirmar que él no es de arrugar ni de dejar pagando a sus dioses austríacos, es seguro que demorará o esconderá tal evidencia.
A lo sumo aceptará, como lo hizo en los debates televisivos de la campaña, atemperar algunas locuras del Milei showman y del economista ácido y jodón de las redes sociales, ámbito, éste último, donde el líder libertario sostiene a un ejército de puteadores y denigradores seriales.
►TE PUEDE INTERESAR: El detenido por el femicidio en Maipú tenía problemas de drogas, según relataron testigos y el fiscal
Mix milagroso
No le pidan a Milei que porte un criterio promedio. Eso es de rebaño, le dirá él. Verse obligado en los andariveles republicanos a pactar, dialogar, negociar es algo vomitivo para el estómago libertario.
El votante argentino que en 2023 llevó al poder a Milei, generando un milagroso mix de ricos, pobres y clase media hartos del populismo kirchnerista, del malgasto, del ideologismo berreta y de la corrupción, es el que en las elecciones de medio término de 2025 dará, urbi et orbi, una certera y reveladora ponderación del experimento libertario.
Y lo hará sin putear, sin exaltarse. Ahí el ciudadano hablará -con su voto- tanto de números como de realidad, como le gusta a Javier Milei, pero con una diferencia. No dirá que ha anulado su emoción. Por el contrario, demostrará que sabe manejarla.