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Esteban Allasino y Matías Stevanato recorrieron los avances de la obra en la calle Paso.
El menos contaminado con políticas apolilladas es Allasino. El que aún arrastra más densidad partidaria es Stevanato. Y Suarez se presenta como cerebral y "fana" de la gestión. Van desde los 40 años de Allasino y los 43 de Stevanato hasta los 54 de Ulpiano, edades ideales para hacer política. Y para insuflar otras brisas.
Ciudadanos, no punteros
Se reúnen, cambian pareceres, no tienen problemas en fotografiarse juntos ni programar acciones que los agrupe. Se reúnen para correr en maratones o salir a bicicletear. Sienten que no pueden desperdiciar las coincidencias si estas van a favor de los ciudadanos. Tienen en apariencia vidas tranquilas, matrimonios estables, hijos.
Allasino cree que la política sirve si resuelve problemas. Afirma que en el PRO nacional tanto Patricia Bullrich como Horacio Rodríguez Larreta fracasaron porque se dejaron arrastrar por un show de egos. Su lema municipal es "gobiernos eficientes, austeros y cercanos". Descree de la idea de que la política se deba hacer con punteros. Le gusta usar la palabra "ciudadanía".
Stevanato intenta salir de la telaraña kirchnerista que llevó al peronismo mendocino a una de sus peores derrotas, pero aún le falta volumen para trasladar ese accionar a lo provincial. Quien lo observa intuye que si antes se decía que "el peronismo será revolucionario o no será" ahora habría que decir que el peronismo será profesional y republicano o no será.
Suarez tiene un perfil más profesional, se sabe vender, pero trata de no ser aparatoso. No es un desconocido a nivel nacional. Ser intendente de una capital provincial siempre otorga ese plus. De los tres, es el que mejor maneja las relaciones públicas y las novedades de la gobernanza. Se piensa como una figura para después de Alfredo Cornejo.
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Esteban Allasino junto al intendente de Capital, Ulpiano Suarez.
Esa disputa
Tanto Allasino, que viene del PRO de Omar De Marchi, como Ulpiano, que debe hacerse camino diferenciándose con habilidad del peso político del cornejismo, vienen macerando lentamente un camino propio. Ni uno ni el otro quieren verse involucrados en la tediosa y muy transitada disputa entre el sancarlino y el lujanino. Buscan entonces sendas más profesionales y alejadas de lo pasional.
Stevanato la tiene más pesada. Ha sido formateado por el aparato peronista. Y también por el estilo de los hermanos Bermejo. En ese sentido, de los tres es el que aparece más condicionado. Sin embargo presiente que el nuevo peronismo no será fruto del accionar de figuras excluyentes ni de líderes tiránicos, sino de una organización política más profesional y moderna.
Allasino ha dicho que no está dispuesto a caer en un excesivo ego político que lo haga olvidarse de su familia y de sus amigos. Dice ser enemigo de las roscas y de las rencillas. Y sostiene que la pelea Cornejo-De Marchi no debe ser un componente principal en la vida del PRO ni de la UCR porque eso seguirá afectando las posibilidades de lograr frentes políticos más sólidos contra el kirchnerismo.
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Matías Stevanato y Esteban Allasino en otra recorrida de obras por los departamentos que ambos conducen.
Evitar el desatino
El radical Suarez, en tanto, mantiene una prudente y muy trabajada distancia con Cornejo. Ya ha tenido diferencias con el gobernador, en particular por temas relativos a la coparticipación y el Fondo Compensador, pero ambos se han cuidado de no hacer demasiado ruido partidario.
Ulpiano prefiere que si se habla de él sea por su forma de gestionar y por estar actualizado en las novedades de la gobernanza, Hace unos días participó como disertante en un foro internacional sobre Ciudades Inteligentes que se realizó en Santiago de Chile. Ese es el perfil que privilegia.
Ninguno de estos tres intendentes cometería -suponemos- desatinos de gestión como los del ex intendente radical Daniel Orozco ni caería en la rapiña desatada de un Luis Lobos.
Allasino, que celebra que los intendentes tengan ahora sólo una reelección, opina que en las últimas décadas a varios jefes comunales les sobraron algunas gestiones. Y pone el ejemplo del peronista Luis Carral que en su tercera intendencia consecutiva en Luján borró con el codo todo lo bueno que había escrito con la mano.
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