Análisis y opinión

A quemar las naves para dar vuelta la elección

Con la rendición de Alberto se allana el camino para exacerbar el gasto a discreción con el objetivo de revertir el urnazo castigo de las PASO

El bueno de Alberto había dicho en una entrevista que por las malas no le iban a sacar nada, pero fue tal el maltrato público que le sacaron todo.

Desde que asumió no había tenido una oportunidad semejante de empoderarse frente a Cristina , sin embargo el Presidente formal cedió a su mentora para poner las cosas en su lugar: las altas y bajas del gabinete las decide ella. Y las políticas también.

Es difícil imaginarse a Alberto dándole órdenes a Aníbal, del mismo modo que resulta inverosímil que el ministro Guzmán desoiga el mandato que le dio en público el tándem Cristina -Fernanda Vallejos (la diputada de los audios virales).

Para ellas, los culpables de la derrota electoral (catastrófica según Cristina) son precisamente Alberto y Guzmán, por moderar el déficit fiscal en medio de la pandemia. Cada una lo expresó a su manera, a través de una carta y de audios de WhatsApp.

Ya sea por furia o desesperación, a raíz del resultado de las PASO, la Vice salió a jugar con fuego y zamarreó a la vista de todo el mundo a un presidente debilucho.

La semana, una de las más raras desde la recuperación de la democracia, terminó con el regreso al gobierno de viejos conocidos que perdieron todas las elecciones, excepto Manzur, recordado por cosas más indignas.

Después de todo, no se pierden elecciones por los nombres que ocupan los ministerios, sino por las consecuencias de sus políticas. Aunque habría que examinar aparte el caso de Aníbal, que es capaz de constituirse en la cara misma de todo el gobierno.

Ahora lo que se busca es cerrar filas con el único objetivo que consiste en ganar el 14 de noviembre a como en el lugar. Alberto está cumpliendo su parte para mantener a flote la coalición, a costa de estropear definitivamente su investidura presidencial.

Una épica demodé

El pragmatismo del poder no deja lugar a demasiadas disquisiciones acerca de quiénes llegan, quiénes se mantienen y quiénes se van. Las ofensas cruzadas entre Cristina y el gobernador tucumano quedan en el olvido, si es conveniente.

El ninguneo cristinista a Julián Domínguez cuando el reasumido ministro tuvo ambiciones tampoco es relevante. Qué decir de todo lo que afirmó Alberto de Cristina cuando no imaginaba que encabezaría la fórmula presidencial.

La necesidad tiene cara de hereje. Hoy es Cristina quien necesita de unos y otros para mantenerse protegida en el frente judicial. Y tiene que hacerse fuerte en el Senado de la Nación con los votos que hoy ya no se consiguen con discursos épicos ni promesas vanas. Con el tiempo su base electoral ha ido cambiando porque no ha visto resultados.

Más que una narrativa hoy se está reclamando una gestión que brinde soluciones a los múltiples problemas en que está sumido el país. Mientras se gasta energía criticando para atrás, debería volcar los mayores y mejores esfuerzos para aliviar el presente y asegurar el futuro.

Deben darse cuenta de que mucha gente pasa hambre, mientras los que deciden se ocupan de su propio ombligo. Dejar de utilizar a los pobres para mantener los privilegios de "casta", como dice Milei, quien "está dando en la tecla" (Grabois).

La fiesta del consumo

Es curioso, porque pese a que el gobierno partido se ha llevado una semana de parálisis, el ha seguido funcionando como si nada; y mientras la sociedad seguía cada capítulo del culebrón, cada cual ha continuado con su rutina diaria.

Ya con las cargas más o menos ordenadas, la consigna es ganar las elecciones, que lo demás no importa nada.

Hay que poner plata en el bolsillo de la gente, ya sea de la asistencia de los 4.300 millones de dólares enviados por el enemigo FMI -que se suponía sería para repagar deuda-, y de la máquina de fabricar billetes.

Lo que está en carpeta es una batería de medidas, como aumento por decreto del salario mínimo, bonos para jubilados y beneficiarios de la AUH, un IFE segmentado, créditos a tasa cero, programas de promoción del consumo, incentivos al turismo, suba del piso de ganancias, entre otras acciones que apuren una mejora social. "Pasar de GNC a nafta".

Habrá mayor control de precios, el dólar se mantendrá pisado y, como se sabe, los aumentos de los precios regulados quedarán para momentos más oportunos.

Ojo que no han ganado nada

Juntos por el Cambio ha mirado con cautela cómo se han ventilado los trapos al sol en el elenco gobernante. Las voces más representativas se han encargado de resaltar que es un asunto que no compite y que es en el seno del Frente de Todos donde deben resolver los conflictos.

Muchos se frotan las manos siguiendo lo que creen que es la crónica de una derrota anunciada del oficialismo de cara a las legislativas de noviembre. Pero otros avezados en estas lides advierten que los partidos no se ganan antes de jugarlos.

La oposición deberá cuidar que no se produzcan grietas entre el Colorado Santilli y Manes, o entre sus votantes, que un día Lilita no se levante lanzando fuego amigo, que el stand up de Juez no termine en la banquina, que el jujeño Morales no salga a cruzar a los porteños, y cosas por el estilo.

El mayor recurso de Juntos por el Cambio es hacer honor al nombre del espacio que los aglutina.

Por lo demás, los ciudadanos debemos prepararnos para ver de todo en esta campaña, en la que presenciaremos el despliegue que necesita el Gobierno para una remontada histórica, como la que alguna vez hemos observado en la provincia que manejan los Rodríguez Saá.

Pero lo verdaderamente importante es lo que vendrá para después de las elecciones, en capítulos que nadie se atreve a spoilear.