Para ello, le invitaban a todo tipo de bebidas, que parecían no producir ninguna clase de efecto en Malloy. Cansados, empezaron a mezclar el alcohol con anticongelante. Después de aumentar la dosis en varias ocasiones sin conseguir su objetivo, sustituyeron el anticongelante por trementina y, más tarde, por linimento de caballo con veneno para ratas. Pero Malloy seguía bebiendo como si nada.
Posteriormente, le sirvieron dos docenas de ostras crudas empapadas en metanol, a las que siguió una ración de sardinas podridas salpicadas de virutas de estaño, que tampoco funcionó. Hartos de esperar, los frustrados asesinos lo abandonaron en un parque, empapado y sin abrigo esperando que muriera congelado, pero al día siguiente se presentó en el bar vestido con un traje nuevo. La policía lo había encontrado y una organización benéfica le había proporcionado ropa.
Desesperados, contrataron a un taxista para que lo atropellara. Tras dos intentos, finalmente Malloy acabó tendido en el asfalto, con fracturas de cráneo y hombro y una conmoción cerebral. Contra todo pronóstico, logró sobrevivir a sus heridas, así que el grupo decidió matarlo con propias manos.
Después de emborracharlo por enésima vez, le colocaron una toalla en la boca y engancharon un tubo conectado a una llave de gas hasta asfixiarlo. Tras más de media docena de intentos, habían logrado su objetivo. Un soborno para obtener una falsa autopsia que señalaba a su adicción al alcohol y una neumonía como causas de la muerte y un rápido entierro en una fosa común bastaron para cerrar el asunto y que la banda pudiese cobrar las pólizas de seguro.
Sin embargo, uno de los miembros del grupo, que se había hecho pasar por el hermano de Malloy, fue detenido poco después, lo que despertó las sospechas de las compañías aseguradoras. Estas solicitaron la exhumación del cadáver y una nueva autopsia destapó toda la verdad.
Los cuatro miembros de esta incompetente banda criminal fueron detenidos, juzgados y ejecutados en la silla eléctrica, mientras que el desdichado Mike Malloy se convirtió en una especie de celebridad local que pasó a la historia como “el indestructible” o “el hombre de acero”.