Mientras Estados Unidos se prepara para aprobar la vacuna de Pfizer contra el coronavirus, que ya se aplica en el Reino Unido, hay preocupación por la cantidad de personas que se oponen a aplicarse la vacuna.
Mientras Estados Unidos se prepara para aprobar la vacuna de Pfizer contra el coronavirus, que ya se aplica en el Reino Unido, hay preocupación por la cantidad de personas que se oponen a aplicarse la vacuna.
Según una encuesta, alrededor del 26 por ciento de los adultos se niegan a ser vacunados y un 27 tiene dudas al respecto. Por eso, desde el Gobierno ven a los empresarios como posibles aliados en la campaña de vacunación.
Según explicaron expertos legales, éstos pueden despedir a los empleados que se rehúsen a ser vacunados y así obtener inmunización.
“Según la ley, un empleador puede obligar a un empleado a vacunarse, y si no lo hace, despedirlo”, afirman.
Dorit Reiss, profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de California Hastings, añadió que esas personas, luego de aplicarse la vacuna, también podrían evitar someterse a las estrictas medidas de control sanitario en sus ámbitos laborales.
En sintonía con lo expuesto por Dunn, Reiss dijo que las empresas privadas tienen derechos bastante amplios: “Exigir una vacuna es una regla de salud y seguridad en el trabajo, y los empleadores pueden hacerlo”.
La contra de esta idea es que los empleados que estén representados por sindicatos podrían aplicar sus convenios colectivos para que se negocie la exigencia de una vacuna.
Es así que aquellos que no deseen vacunarse por razones médicas podrían estar exceptuados.
Lo mismo con aquellos cuya religión provoque que rechacen ser vacunados contra el coronavirus.
Otro impedimento es sobre la posibilidad de que haya efectos secundarios. Ya que si bien, la empresa puede exigir la vacuna, no se haría responsable si hay complicaciones médicas.