La impresión 3D viene, desde hace ya un tiempo, dando que hablar a lo largo del mundo por los asombrosos avances que presenta. En Mendoza, la empresa 3D Fantasma y sus dueños, Rodolfo y Elio Ortiz, quieren llevar esta técnica a las escuelas secundarias de todo el país, ya que aseguran que desde los 15 años con una capacitación corta todos pueden utilizar las herramientas para hacer sus impresiones.
"Nosotros nos dedicamos a la eco impresión 3D. Todas nuestras piezas las imprimimos con energía solar que acumulamos en baterías de litio que luego son usadas por nuestras PC, por las impresoras y para la iluminación. Nuestra propuesta es llevar la impresión 3D a los colegios de toda la Argentina", expresó Rodolfo, que participó del 2° Congreso de Emprendedores provincial y fue sin lugar a dudas uno de los stands más llamativos y visitados de la jornada.
Lo que hicieron los mendocinos fue desarrollar una estructura especial para ensamblar las impresoras 3D de manera tal que se puedan adecuar a las escuelas. Ellos consideran que un estudiante de 15 años puede perfectamente operar el sistema.
"Con la impresora se puede imprimir todo lo que esté al alcance de la imaginación. La impresión es la herramienta, pero lo que nos motiva acá es el desarrollo del producto, es saber diseñar la pieza en 3D. Ese es el valor agregado que compramos para imprimir en una impresora 3D", continuó Rodolfo.
Según el propio Ortiz, la impresora 3D llegó para darle el golpe final al contenedor. Esto quiere decir que todo lo que hoy viaja en contenedores por rutas o en aviones, dentro de muy poco tiempo viajará por la web, simplemente como un diseño para imprimir.
"La idea es comprar una pieza por internet, pagar el prototipo, recibir el archivo e imprimirlo. El diseño es accesible, cualquiera puede diseñar en 3D", insistió.
De costos y tiempos
Dos factores son los que por el momento le juegan en contra a la impresión 3D en cuanto a la llegada a los colegios. Por un lado, está el tema económico, ya que no se trata de un sistema barato.
Actualmente, un kit completo cuesta alrededor de $26 mil, aunque Ortiz cree que en caso de masificarse, podría bajar el precio radicalmente y estacionarse en unos $15 mil. "Es fundamental el rol del Estado porque al hacerlo propio de la educación pública, será fácil tener el kit en forma masiva", agregó.
El otro ítem que podría considerarse negativo es el hecho de que concretar una impresión 3D no es un proceso veloz. La técnica utiliza un filamento en estado sólido que en una parte del proceso se licúa y luego vuelve a solidificarse en capas hasta formar la pieza que se diseñó.
Eso, dependiendo del diseño, puede tardar desde algunas horas hasta varios días. "Hacer un banco para sentarse diseñado exclusivamente, demoró 54 horas de impresión. Son dos días para hacer un producto que es imposible de obtener de otra manera y que si alguien lo hiciera a mano no llevaría menos tiempo", detalló Ortiz.
De todas formas, existen prototips rápidos que en apenas cuatro horas de impresión se pueden obtener sin inconvenientes.
"Eso en el caso de los colegios sería ideal, ya que no exigiría demasiado tiempo para que los alumnos puedan diseñar e imprimir", cerró Ortiz.