La mujer que se convirtió en ícono de la televisión mendocina

Por UNO

Hija del inmigrante ruso Noé Levinson y de la española Natalia Álvarez, Lila Levinson se crió en una finca en San Carlos propiedad de sus abuelos rusos. Ellos vendían frutos secos y cuero y lo que producían en la tierra. Lila se inclinó por una vida más citadina y de gran exposición pública: fue la estrella de Canal 7 cuando comenzó a transmitir. Su idilio con las cámaras duró 25 años para luego seguir diferentes caminos que la llevaron a conducir su propio programa, los domingos a la mañana, en radio Nihuil.

Ha hecho televisión, radio, ejerció el periodismo institucional y la docencia, sin jamás abandonar su impecable imagen. No dice la edad, porque considera que "mi público no quiere saberla".

Lo cierto es que su estado físico y mental son los de una persona joven. Su forma de expresarse, de caminar aún los escenarios de Vendimia y de transmitir lo que sabe hacer son su cable a tierra, lo que la mantiene en un estado que a una le dan ganas de imitar.

Aquí habla la eternamente joven Lila Levinson, uno de los íconos del periodismo mendocino.

-¿Cómo ingresaste a los medios?

- Yo era muy jovencita y necesitaba trabajar. Estaba estudiando Filosofía y Letras, me casé muy joven (a los 19 años) me fui a vivir a Chile, me fue mal y me volví. Quería reiniciar la carrera pero necesitaba un trabajo. Ya tenía un niño. Vi un aviso en el diario Los Andes que decía "Se necesitan secretarias, archivistas" para Canal 7. Yo ni siquiera había visto televisión. Esto debe ser artístico y en horas de la tarde, me dije, así que me presenté.

-¿Y cómo fue esa experiencia?

-Muy singular, porque cuando llegué a Garibaldi 7 había dos ascensores. Uno para los pisos pares y otro para los impares. En el impar se iba al canal. La cola daba vuelta por la calle Garibaldi y por Alem. Eran como cuatro cuadras de cola de gente que quería trabajar. Yo dije, a mí no me gusta hacer cola, voy a subir al otro ascensor, subí al 6° y bajé al 5°. No tenía ni currículum.

-Pero te eligieron...

-Cuando llegué a la recepción un señor me preguntó ¿vos sos modelo? Lo pensé dos veces y dije "Sí". Esa misma tarde comencé a trabajar y no paré más.

-¿Hiciste cámara directamente?

-Trabajaba como modelo, sin hablar, porque yo ni siquiera había escuchado radio.

-¿Pero después estudiaste locución?

-En esa época acá no se estudiaba. Nicolás Segovia, el presidente de la Asociación Argentina de Locución, me perseguía para que tuviera mi carnet y yo le decía que cómo iba a tener carnet si era nueva en esto.

-Pero pudiste seguir trabajando...

-En unos meses estudié lo que pedía el COMFER, que era un aprendizaje de 4 años. Me fui a rendir a Buenos Aires y después rendí el examen provincial. Finalmente tuve mi carnet.

-Al principio no hablabas al aire, ¿cómo resultó la evolución?

-A los 15 días de haber empezado me dejaron leer la apertura de Canal 7. Estaban Juan Carlos Morales y Mónica Mores. Con Juan Carlos nos unió una amistad de muchos años; incluso él y su esposa, Olga Riba de Morales, son los padrinos de mi cuarta hija. Con ellos salíamos de gira artística

-¿Hacían un espectáculo?

-Éramos famosos y nos invitaban a todos lados. Teníamos una orquesta, en algunos programas de televisión que hacíamos juntos. Se nos ocurrió salir de gira y nos iba rebién. Con Juan Carlos animábamos y Olga Riba cantaba tangos acompañada por la orquesta. Cargábamos los tachos de los músicos arriba de un Ford Falcon y ellos iban en otro auto. Íbamos de gira por los departamentos, nos atendían, la pasábamos muy bien, éramos las figuras del momento.

-¿Hiciste el noticiero alguna vez?

-Durante el gobierno militar, cuando el canal fue intervenido. Con los militares me peleaba todos los días. Cuando llegaron entraron a la cabina de locutores, y los eché. Les dije: "Esto no es un avión ni un barco, es una cabina de locución, y cuando ustedes vean la luz roja no pueden entrar". Se quedaron en la puerta pero me cortaron el micrófono.

-¿Pudiste seguir trabajando?

-Seguí porque ya les había mostrado que no podían interrumpir mi trabajo.

-¿Qué factor influyó más para que fuera todo tan bien desde un comienzo?

-Creo que yo tuve una gran oportunidad y la supe aprovechar. Muchas personas pasaron y no continuaron pero yo seguí.

- ¿Cómo hacías para coordinar tu agenda laboral con tu casa, familia, niños?

-Tengo 4 hijos y en ese momento tenía a mi mamá cerca de casa y además, pedía trabajar el turno de noche: entraba a las 18 y salía a la 1 de la mañana. En otras ocasiones hacía la apertura y volvía pronto. Igual creo que debería haber estado más con mis hijos.

- Pero la carrera te apasionaba...

- Yo siempre digo que uno tiene un destino, o lo forja uno, o lo forjan maestros energéticos en los cuales creo, porque si no, no se me hubieran presentado tantas cosas. Sí he sufrido pérdidas y traiciones, pero siempre seguí luchando. De las cenizas se puede renacer.

-Has sido muy cuidadosa con tu imagen siempre.

-Tantos años de profesión te llevan a conocer los secretos de la televisión. Por ejemplo, yo les decía a los cámaras con qué lente tomarme y la luz exacta, porque soy muy rubia. A lo mejor les habré hecho acordar a Mirtha Legrand, pero yo siempre se los decía fuera del aire -sonríe-.

-Me imagino que habrás conocido a muchísima gente de la época

-Yo iba a la cabina de locutores maquillada, con las pestañas puestas y peinada, porque sabía que siempre había que hacer una entrevista a alguien importante. "Lila vino el embajador de Rusia", "Lila, vino el ballet de Berlín", y yo me sentaba en el living del estudio y hacía la entrevista. Después me volvía a la cabina de locutores, y pasaba los avisos de Casa Reig, de Cincotta, de Grzona... algunos de los que recuerdo.

-¿Cuánto tiempo estuviste en "Canal 7"?

- Toda mi carrera: 25 años. Me fui porque sentí que me tenía que ir y eso hice. Después me llamó Walter Ravanelli para que fuera profesora de Radio y Televisión de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Maza, y estuve diez años allí. Fui profesora de grandes locutores de los medios. Estuve desde 1987 hasta 1997. También me fui, pero me arrepentí.

-¿Por qué te arrepentiste?

-Porque el contacto con los jóvenes es lo más lindo que hay, es lo que te hace compartir y evolucionar, y ponerte en el lugar del otro, que a lo mejor cuando sos joven no lo hacés y cometés graves errores. Yo soy impulsiva, me gusta compartir todo lo que pasa.

-¡Eso es bueno!

-No siempre; mis hijos me dicen "Mamá, todo lo publicás, todo lo decís" y es verdad, porque me da mucha felicidad que la gente que amo esté bien, y mi esencia es ser comunicadora. Yo digo que soy contactóloga porque tejo puentes entre las personas.

- ¿Después de la universidad qué hiciste?

-Dos de mis ex alumnos me propusieron hacer radio. Volví a radio Libertador. Y me quedé 17 años allí.

-Ahora estás en Nihuil...

-Fue otra oportunidad que no dejé pasar. En 2014 Oscar López Pájaro decidió dejar de hacer su programa de los domingos de 9.30 a 11 y Gustavo Bastías me preguntó si quería hacerlo. La experiencia resultó de lo mejor.

- ¿Trabajaste en otro canal alguna vez?

-Siempre en Canal 7; yo soy de arraigarme en un lugar. No sé si hubiera podido cambiar. Hace 30 años que colaboro con la Cooperadora del Hospital Notti y me han llamado de otras cooperadoras, pero no puedo aceptar, me pongo la camiseta de un lugar.

-¿De cuántas Vendimias fuiste conductora?

-De dieciséis nacionales. De las provinciales ya perdí la cuenta.

-¿Qué es la comunicación en tu vida?

- Una pasión. A veces no me siento 100 puntos como me gustaría, pero tengo una salud muy buena, y me siento muy bien..

-Es envidiable tu estado mental y físico. ¿Tenés algún secreto?

-Sólo cuido mi alimentación y practico yoga tres veces por semana. Pero toda mi vida hice gimnasia, jugué tenis; me cuidé en eso.

-¿Podemos decir tu edad?

-No, no la voy a decir. Yo la hubiera querido revelar, el 18 de diciembre es mi cumpleaños. Pero alguien muy inteligente me dijo "no la digas, porque la gente no quiere saber tu edad". A mi público no le interesa saber cuántos años tengo. Tengo el ego suficiente para reconocer que tengo un público y que no quieren saber mi edad, les gusta el misterio.

-¿Podés revelar cuál es el secreto para estar así?

-No lo sé. Yo creo que tengo un gran maestro energético que me protege y me cuida. Y si me manda dolores son los necesarios para que pegue un freno y diga "Bueno, hay que sanar".

- ¿Será que nunca has dejado de trabajar?

-El día de hoy vivo en una vorágine; mis hijas me dicen "Mamá, bajá un cambio".

-Vas a muchos eventos...

-Sí. Voy porque es parte de mi trabajo, eso es hacer sociales para mí. A través de este trabajo hago notas de vitivinicultura y agricultura, que también son temas apasionantes para mí.

¿Quién es Noemí?

Entre las muchas anécdotas que cuenta Lila Levinson una es particularmente simpática y está relacionada con su nombre. "Cuando empecé primer grado, la maestra comenzó a llamarnos a todos por nuestro nombre y apellido, y dijo Noemí Levinson. Yo ni siquiera me di vuelta. No sabía quién era Noemí. La maestra insistió: "Noemí Levinson" y yo, una vez más, no respondí. Hasta que llegó un momento en que me preguntó directamente si mi apellido era Levinson o no. Yo le dije que sí, pero que me llamaba "Lila" y no "Noemí". La maestra me dijo "No, tu nombre es Noemí". ¡Desconsolada quedé! A mí ese nombre no me gustaba! Y mi mamá me decía Lila desde que nací. Desde ese día, aunque supe cómo me llamaba en los papeles, decidí que mi nombre fue, es y será Lila, siempre".

Perfil

Derrotero. Fue estudiante de Filosofía y Letras, emigró a Chile y a su regreso ganó un casting para aparecer por primera vez ante las cámaras. Para que le dieran el trabajo dijo que era modelo.

Trabajó 25 años en Canal 7, una década como docente universitaria y 17 años en radio Libertador. Actualmente y desde 2014 hace el programa Lila, los domingos a la mañana, en radio Nihuil.

Hizo más de 16 vendimias centrales, muchísimas vendimias departamentales, obtuvo premios y reconocimientos. El mayor de ellos es reconocer que tiene un público que la sigue.

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Foto: Horacio Altamirano / Diario UNO.
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Foto: Horacio Altamirano / Diario UNO.
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