Matar a una persona con la que se tiene un lazo familiar directo ascendente o descendente es uno de los delitos más graves del Código Penal. La Ley contempla la única pena de prisión perpetua para este tipo de asesinatos. Agustín Armendariz (26) admitió haber cometido el crimen de su propio padre pero logró saltear la pena máxima debido al calvario familiar que arrastró a lo largo de su vida.
El calvario familiar por el que un joven zafó de la perpetua tras cometer el crimen de su padre
Agustín Armendariz (26), un joven estudiante de Derecho, admitió el crimen de su padre pero recibió una pena de 10 años de prisión debido a circunstancias especiales en su familia
La familia Armendariz siempre fue bastante particular, según recuerda la gente que la rodeó en las últimas décadas. Guillermo Armendariz (59) y su esposa tuvieron 5 hijos. Se movieron por distintos domicilios en barrios humildes de Guaymallén. Hasta que a fines del año pasado, el clan familiar implosionó cuando el hombre fue asesinado por uno de sus propios hijos.
Agustín Armendariz, quien hasta entonces era estudiante de Derecho, terminó detenido en diciembre pasado e imputado por homicidio agravado por el vínculo, arriesgando una potencial condena a prisión perpetua. Las pruebas lo fueron acorralando en el expediente y quedó marcado como la persona que cometió un parricidio con una pala en la misma casa familiar donde estaban su madre y una de sus hermanas.
La condena por el crimen de su padre
Este martes, fue condenado en un juicio abreviado. El fiscal de Homicidios Gustavo Pirrello y el defensor oficial Víctor Banco acordaron que el caso sea tratado con circunstancias extraordinarias de atenuación, por lo que la pena se bajó de prisión perpetua a 10 años de prisión, tal como lo dictó el juez Leonardo Camacho.
¿Cuáles fueron esas circunstancias? En el expediente quedó reconstruido que Agustín Armendariz vivía inmerso en un complejo contexto familiar que lo motivó a cometer el crimen de su padre. Por un lado, el progenitor era bastante particular: atravesaba una depresión endógena que lo hacía tener conductas atípicas como por ejemplo orinar las paredes de la casa o robar elementos de cualquier lugar donde iban.
En la investigación se reconstruyó que también obligaba a su hijo Agustín Armendariz a vender ciertos elementos, entre ellos un arma de fuego que el joven publicó en Facebook y por ese motivo terminó detenido y condenado a casi 3 años de prisión en suspenso.
Además de ese hostigamiento, el padre de familia no hacía absolutamente nada para colaborar con la situación de una de sus hijas, quien está diagnosticada con síndrome de Down y leucemia. Incluso el día del crimen, miembros de la familia le pidieron a Guillermo Armendariz que fuera a buscar a la chica hasta la parada del micro y el hombre se negó y contestó con insultos. Fue la gota que rebalsó el vaso.
El crimen en Guaymallén
En la noche del 4 de diciembre pasado, la familia Armendariz se encontraba en su casa ubicada en el barrio Pehuén de Guaymallén. Según declararon la madre y una de sus hijas, se encontraban en la cocina tomando mates y cociendo un vestido. En el lugar también estaba otro de los hijos, Agustín, quien en un momento salió hacia el patio para fumar un cigarrillo. Estuvo cerca de 10 minutos en el exterior, cuando ingresó y le advirtió a su madre que "el papi se cayó del techo".
Las mujeres salieron al patio y efectivamente se encontraron con Guillermo Armendariz agonizando en el suelo. Para cuando llegó personal policial y de ambulancia, detectaron que ya estaba sin vida aunque a simple vista las lesiones que presentaba no correspondían con una caída de altura, ya que presentaba golpes en la zona frontal del rostro pero también en la nuca.
En el lugar del crimen se encontró una pala con una mancha de sangre de la víctima fatal en la punta y rastros de ADN de Agustín Armendariz en el mango de agarre. Fue una de las pruebas que terminó sentenciando su suerte.