Son muchas las asignaturas pendientes para erradicar la violencia contra la mujer. A pesar de que en los últimos años se avanzó bastante para solucionar y visibilizar esta problemática, aún la mitad del género humano está en situación de vulnerabilidad frente a la otra mitad.

Muchas de estas cuestiones que faltan abordar se presentan en distintos ámbitos, y uno que no es ajeno es el laboral, donde las mujeres, además de tener menos posibilidades de promoción y bajos sueldos -lo que significa una violencia estructural-, siguen sufriendo comentarios y actitudes sexistas por parte de sus compañeros varones.

Según un estudio publicado en la revista Psychology of Women Quarterly, la mayor parte de las prácticas machistas dentro del ámbito laboral pueden englobarse dentro de lo que se llama "micromachismos", lo cual no quiere decir que sean menos perniciosos para las mujeres que otras prácticas descriptas directamente y sin prefijos como machistas.

Dentro de esta "violencia de baja intensidad", que cala como una lluvia fina pero constante, entra el uso continuado de lenguaje machista, ignorar o devaluar a las mujeres en reuniones o la justificación de la ausencia de mujeres en puestos directivos.

El mencionado trabajo señala que estas prácticas resultan tan perjudiciales para el bienestar de las mujeres en el trabajo como otras formas aparentemente más graves de maltrato laboral.

Según los autores del estudio, "se debe tener tolerancia cero con estas situaciones y actuar para evitar que estas conductas se perpetúen".

Los autores del estudio indican que hay que formar a los trabajadores sobre el carácter nocivo de este tipo de actitudes para así acabar con el "clima organizacional sexista", que no solo afecta a las mujeres sino a todas las personas que trabajan en ese ámbito.

La violencia machista en el ámbito laboral está mucho más extendida de lo que pueden dar a entender las estadísticas. Y así lo asegura un estudio del Instituto de Ciencias Sociales y Proyectuales de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), el cual indica que "por más que desde el discurso se habla de igualdad de géneros, los estereotipos de masculinidad y femineidad no se revierten".

Queda claro que el micromachismo existe en el ámbito laboral y es necesario que se acabe. Se debe empezar a ser consciente del problema y enfrentarlo. Al respecto, la Organización Internacional del Trabajo de las Naciones Unidad propuso cuatro ejes para terminar con estos comportamientos y así "poner fin a la violencia de género en el mundo del trabajo".

El hecho de que probablemente la mitad de la humanidad está inmersa en un trabajo en donde persiste la violencia de género, es grave y más aún cuando no se visibiliza con golpes, pero sí con insultos, sueldos y cargos más bajos. Se debe revertir el paradigma y encarar estos cambios inaplazables e inexcusables.

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Foto: Internet ilustrativa
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