El papa Francisco y los inmigrantes
Cuando Donald Trump asumió y anunció sus políticas migratorias y recortes a la ayuda internacional, el papa Francisco fue contundente. En una carta enviada a 280 obispos estadounidenses, les pidió defender a los migrantes y recordó que “Jesús fue un migrante”. También advirtió que no se puede equiparar a un inmigrante en situación irregular con un criminal.
Francisco fue claro: deportar a personas que huyen de la pobreza, la violencia o la persecución atenta contra su dignidad y los deja aún más vulnerables. Reconoció el derecho de los países a protegerse, pero advirtió que expulsar a estas personas solo agrava su sufrimiento.
En esa misma carta, que tituló “A mis hermanos”, el Papa Francisco pidió a la Virgen de Guadalupe que cuide a quienes sufren la migración o la deportación.
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La Casa Blanca criticó al Papa Francisco
La respuesta desde la Casa Blanca llegó rápido. Tom Homan, encargado del tema migratorio, criticó a Francisco y le pidió que se concentrara en la Iglesia y dejara la frontera a ellos.
La tensión creció aún más cuando la Iglesia, a través de Caritas Internacional, denunció el recorte de fondos a la Usaid como una amenaza para millones de personas. Aseguraron que esta decisión podría desestabilizar regiones enteras y condenar a muchos a la pobreza o la muerte.
Donald Trump nombró a Brian Burch, un ultraconservador crítico del Papa, como embajador ante el Vaticano. Por su parte, Francisco designó como arzobispo de Washington a Robert McElroy, un líder progresista dentro de la Iglesia.