Pipi, nieto del gran Astor, toca hoy en la Nave Cultural con su grupo Escalandrum un repertorio bien urbano. En entrevista con Diario UNO, contó cómo será el espectáculo.

Piazzolla por Piazzolla

Por UNO

Por Fernando G. Toledo

“Desde que nací me preguntan por mi abuelo. Pero no es un peso para mí. Es un orgullo. Yo trabajé mucho para que no me pese, y gracias a él soy lo que soy, me rompí el alma estudiando”, advierte Daniel Pipi Piazzolla. El baterista porta como un estandarte su apellido, que es casi como una marca y un sino: el del gran Astor, su abuelo. Y ciertamente, Pipi ha trabajado y mucho en la música. Entre otros proyectos, con el grupo Escalandrum, con el que ya llevan 13 años de trayectoria y con el que por primera vez está interpretando, justamente, música del Piazzolla más célebre. Y es la gira de presentación del disco Piazzolla plays Piazzolla la que trae a Mendoza a la agrupación que completan Nicolás Guerschberg (piano), Mariano Sívori (contrabajo), Gustavo Musso (saxo alto y soprano), Damián Fogiel (saxo tenor) y Martín Pantyrer (clarinete bajo y saxo barítono).

Pipi (de camisa blanca) y los integrantes del grup oque tocará en La Nave.

 

Antes de que llegue con este enfoque decididamente jazzero de algunos tangos célebres de Astor, su nieto dialogó con Escenario & Tendencias y explicó todo lo que representa para él y para Escalandrum hacer resonar esta música.

–¿Qué ofrecerá Escalandrum en el espectáculo de hoy?–Es un homenaje a mi abuelo, pero un homenaje distinto, visto desde la mirada del jazz. Sin bandoneón, sin violín y con improvisación, a cargo de un grupo que hace 13 años que toca junto. Se respeta mucho la obra de mi abuelo.

–¿El remplazo del bandoneón de tu abuelo por el saxo fue motivo de algún prejuicio al encarar las versiones?–La verdad que no. En mi familia nos enseñaron que siempre hay que darle una mirada nueva a las cosas. Buscar la vanguardia. Y lo quise hacer con el grupo que más comparto, con el que mejor ensamblo. Es raro tocar tango con saxo, pero hicimos un trabajo muy duro que se dio de manera natural. Queríamos que el grupo sonara más urbano y empezamos a ensayar la música de mi abuelo para absorber esa sonoridad. Me gustan los desafíos.

–Piazzolla toca a Piazzolla en este caso... ¿Te representa un peso?–No es un peso, es un orgullo.

–¿Hay algún compositor o conjunto que siga el legado, a la hora de seguir componiendo?–Sí, hay muchos: Nicolás Guerschberg, Diego Schissi, Guillermo Klein... Creo que, por lo menos en este país, el jazz está evolucionando más que en otros lados. El tango te obliga a tocar los clásicos, es un negocio también, y te obliga a tocar ciertas cosas para poder conseguir lugares. En el jazz eso no pasa y creo que es este género el que hace evolucionar a la música argentina.

–Y el jazz se entiende a la perfección con Astor...–A mi abuelo lo convocaban mucho a los festivales de jazz, se crió con esto. Vivió en Estados Unidos, hacía zapateo americano, jugaba al beisbol. Y fue lo que fue e hizo lo que hizo en el tango gracias a esas influencias..

Otras pasiones

–Conociendo tu biografía no sólo aparece Astor, sino el hecho de que a pesar de que empezaste con el piano terminaste en la batería ¡gracias a tu pasión por River Plate!–Sí, mi relación con el ritmo fue con la hinchada, cantando esas canciones, sintiéndome encantado por los tambores. Hasta que vi una batería, y me dí cuenta de que allí estaba todo lo que me gustaba.

–Con respeto, pues te hablo desde la vereda de enfrente, ¿qué comentario futbolero te merece el presente de tu equipo?–Lo sigo bancando a muerte. Voy a ir a la cancha siempre, voy a ir a la B para ver cómo gana todos los partidos y vuelve a la A. Así se acaba esta sanata, que no se puede creer.