El uruguayo de 61 años llega para cerrar la edición 30 del encuentro popular. En esta entrevista recuerda a Mendoza con afecto y revive su última aventura con Cerati.

Jaime Roos en un canto compartido

Selva Florencia Manzur

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Son 45 los años que Jaime Roos ha pasado arriba del escenario. La primera vez que se subió a uno fue a los 16 con una banda de covers que, según cuenta él, “sonaba muy mal”. Sin embargo, tras tantos años de música, discos, giras, reconocimientos, padecimientos y glorias, él afirma que “está muy cómodo con el lugar que le toca ocupar”.

Esta noche, el músico de 61 años subirá al escenario del Americanto para cerrar su edición número 30 y así dar fin a una lista de grandes invitados como Raly Barrionuevo y los Orozco-Barrientos, entre otros.

El show que ofrecerá estará muy vinculado a su repertorio de canciones populares, pero también habrá reminiscencias de su último disco: En vivo en el Río de la Plata.

Será esta noche, en el Prado Gaucho del parque General San Martín, tras los recitales de Anabel Molina, Gabriela Fernández, Lutherieces, María Eugenia Fernández y el tucumano Lucho Hoyos. La entrada es gratuita.

El icónico cantautor, dueño de canciones como Amándote y Amor profundo, dialogó con Escenario desde Uruguay, donde estaba preparándose para viajar a Mendoza.

Durante la extensa charla reflexionó sobre algunos de los momentos más significativos de su profesión, y también adelantó que en setiembre del año que viene editará una biografía que produjo junto con la historiadora Milita Alfaro.

Además, atento siempre a las referencias futboleras en sus oraciones, contó que el disco en vivo que acaba de salir al mercado requirió de un minucioso trabajo dentro del estudio, ya que resume en un álbum seis años de presentaciones en vivo.

“El material proviene de cuatro recitales diferentes y de los que se podrían haber hecho cuatro discos, pero pensé en la pobre audiencia. Elegimos lo mejor, pero fueron 200 horas en el estudio trabajando sin tocar ni una nota de lo que ya se había grabado en vivo; hubo un trabajo complicado de limpieza de pistas y potenciación de sonidos. Era muy importante plasmar una foto de lo que han sido estos cinco o seis años de gira con la banda porque lo que tiene el vivo es eso: se lo lleva el viento”.

–¿Cómo se hace para lograr emular un recital utilizando canciones de diferentes momentos? Porque al oírlo parece que verdaderamente fue una sola noche...

–Eso se debe a que elegí hacer un disco respetando la w, que es el formato clásico de show que se hace en todo el mundo: empieza arriba, luego baja, promediando el show remonta, vuelve a bajar y al final vuelve a subir, rematando el show. Aparecen algunas de las canciones más populares y, en otros momentos, otras más reflexivas o menos conocidas. Intenté respetar eso de salir a la cancha y hacer el show. Incluso tiene un bis y se escucha el pedido del público de que regrese el artista.

–Viene a cerrar el Americanto, que cumple 30 ediciones, pero lo invitan a festivales en todas partes. ¿Qué significa para usted seguir compartiendo escenarios con artistas nuevos y de trayectoria en este tipo de encuentros?

–Cada festival es una celebración. Va más allá del concierto en sí mismo, para nosotros corre en paralelo compartir con grandes valores del futuro y con consagrados, pero a su vez es un punto de encuentro interno. Además, conozco el Americanto porque con sus 30 años y por lo importante que es he escuchado hablar de él. Lo que más me motiva es volver a tocar en Mendoza, ya que la última vez que estuve allí, que fue en Godoy Cruz, fue una noche inolvidable. Compartimos con la murga La Buena Moza y me traje un recuerdo entrañable. Estuvimos con toda la banda y la murga completa en el escenario. Con cada visita a Mendoza el público me fue conociendo y, evidentemente, nos empezó a dar más cariño. Esa última vez fue importante justamente por el cariño. Volver es, entonces, muy importante para mí.

–¿Recreará algo de la magia de este CD en vivo?

–Es imposible recrear invitados como Cristian Cari o a Hugo Fatoruso. Sin embargo, la columna vertebral del disco es la misma que el público mendocino vio en Godoy Cruz hace un par de años, con algún cambio: algún jugador que entra y otro que sale. Pero, en definitiva, es la misma banda. El concierto que estamos presentando se llama Clásico, es un show que de vez en cuando hacemos, y es una recorrida por los temas más populares del repertorio y que abarcan cuatro décadas. Claro que tenemos que respetar los tiempos, porque en eso los festivales son un poco tiranos, pero son unas 20 o 25 canciones, son las que el público eligió y por ello son las más populares.

–Por otro lado, en los últimos cinco años, el rock uruguayo protagonizó una conquista de la escena argentina. Las bandas de allá son muy populares acá. ¿Le sorprende?

–Es un orgullo y del bueno. Más allá de que seamos hermanos con los argentinos es como si tres o cuatro grupos de mendocinos fueran a Buenos Aires y rompieran todo. ¡Es lo mismo! No digo que en Uruguay seamos una provincia ni mucho menos, pero es la manera en la que funciona nuestro mercado en lo artístico profesional. Hubiera sido impensado en los ’80 que salieran tantas bandas de rock de Uruguay que tuvieran este éxito en Argentina. Había pasado en los ’60 con Los Iracundos y Los Shakers, pero la dictadura les dio con un palo. Fue muy grave lo que pasó porque todos los músicos se escaparon, literalmente, del país. Pero el fenómeno de No Te Va Gustar, El Cuarteto de Nos, La Vela Puerca y Jorge Drexler nos llena de orgullo porque son artistas que están teniendo éxito en todo el continente y en España. ¡Vamos la Celeste!

La vuelta al rock con La Vela Puerca

“Hola amigos, les dejamos ¿Ves?, el primer corte de Érase... para que lo escuchen”, publicó el 5 de noviembre en su página de Facebook oficial La Vela Puerca. La canción tiene como invitado ni más ni menos que a Jaime Roos, quien contó cómo fue la experiencia de trabajar con la banda uruguaya.

“Fue una enorme alegría que me convocaran. A mí me gustó siempre interactuar con artistas de distintos palos y ellos saben que yo empecé haciendo covers de rock. La primera vez que me subí a un escenario fue a los 16 años con una banda que no sonaba tan bien, pero igual hicimos bailar a la gente. Con los chicos nos conocíamos desde hacía mucho tiempo y compartimos escenarios, pero nunca tocamos juntos. Les pedí escuchar la canción primero para ver si me sentía cómodo con ella y me pareció una bellísima melodía. Me sorprendió que no fuera una murga, que es con lo que generalmente se me asocia”, cuenta Roos al recordar lo acontecido hace algunos meses.

Luego vino el proceso de grabación, que al parecer fue más que relajado.

“Nos juntamos en mi casa en una noche muy divertida e hicimos el arreglo vocal. En otra noche, aún más divertida, grabamos todas las voces; y en una tarde, también muy divertida, hicimos el video. Para mí todo esto fue una gran farra, como un chiveo. A veces las cosas nacen con buena estrella”, concluyó.

Una última noche de candombe con Cerati 

Gustavo Cerati dio su último recital en Caracas, Venezuela, el sábado 15 de mayo de 2010. Allí ofreció un show impecable, que dejó a los fans extasiados. Luego sufrió un ACV que lo llevó a la muerte.

Pero antes, y en el marco de su gira de promoción del disco Fuerza natural, el ex Soda Stereo pasó por Montevideo y se dio el gusto de disfrutar de los carnavales.

“Estuve con él tres meses antes de que tuviera su problema de salud, fue en una de las noches de candombe de Montevideo, que es un día único para la ciudad porque se junta la comunidad afrouruguaya para hacer su celebración. Habíamos conseguido subir a una azotea con él, sus hijos y unos amigos. Fue realmente una fiesta. Estábamos a cinco metros de altura, porque en esa calle por donde pasan las comparsas sólo hay edificios de una planta. Gustavo estaba como loco con un grabador direccional que tenía, apuntando hacia los tambores y yo le iba diciendo cuáles eran los grandes, los chicos y los repiques. Se lo veía muy bien. Recuerdo que no había taxis porque estaba lleno de gente, unas 400.000 personas en las calles, y tuvimos que caminar cuesta arriba hacia la avenida 18 de Julio. Allí nos despedimos y fue la última vez que lo vi. Tres meses después tuvo su problema en Venezuela y... Me conmovió mucho lo que pasó, en cierta manera nosotros sabemos quiénes son los que están en riesgo o jugados y Gustavo no se lo merecía. Es uno de los grandes creadores del rock argentino, ocupa un lugar privilegiado”.

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