Así está hoy

La increíble y sufrida historia del "hijo" de La Niñera

Por UNO

Así está hoy Benjamin Salisbury, el hijastro de la Nana Fain de la legendaria sitcom, La Niñera. Muy cómodo con el anonimato recuperado, se graduó con honores en la universidad y armó una familia. Pero al reencontrarse con su viejo público, nadie lo reconoció.

Te puede interesar: ANSES | Jubilados | Tarjeta Alimentar | Cómo es el trámite para acceder al beneficio

Cuando reapareció frente al público después de un largo periodo de ostracismo -en un reencuentro online de todo el elenco, en abril-, exhibía algunos kilos más y muchos pelos menos. En Benjamin Salisbury ya poco quedaba de aquella estrella en la que se había convertido de manera precoz, a partir de la interpretación de un adolescente adinerado en la serie La Niñera.

 Embed      

Cuando a mediados de los 90 atravesaba el éxito de la adorable Fran Fine (Fran Drescher), con esos 146 capítulos emitidos a lo largo de seis temporadas en la cadena CBS, el Benjamin adolescente -cumplió 13 años a días del estreno del primer capítulo- proyectaba un futuro en el espectáculo cuando The Nanny concluyera. “¡Quiero estar en este negocio!”, se entusiasmaba, como si en verdad hablara un empresario de la industria del entretenimiento. Y de inmediato, como desechando esa especulación, recurría a la humildad: “No me importa si se trata de subir a un escenario o ser asistente de un guionista, quiero hacer cualquier cosa. Disfruto cada situación”. Ser director de un programa asomaba como el anhelo máximo.

The Nanny salió al aire por última vez el 23 de junio de 1999, con un Benjamin pronto a celebrar sus 19 años. Al concluir la secundaria en una escuela pública de su Minnesota natal, se inscribió en la American University, de Washington DC. La política empezó a despertar su atención, y así como seguía vinculado al Teatro Mann -ubicado en su ciudad- trabajaba de pasante para el demócrata Richard Gephardt, por aquellos años líder de la minoría de la Cámara de Representantes.

Ya en los 2000, mientras en distintos países se multiplicaban las repeticiones de la sitcom que lo mostraba como un adolescente eterno, Salisbury daba un paso al costado y optaba por ubicarse allí donde la prensa no lo notaría. Cuando en 2006 se casó, la boda ni siquiera mereció una línea en algún diario de Minnesota. El nacimiento de sus dos hijos tampoco requirió atención alguna. Benjamin estaba a gusto con esa vida, aunque el público no lo supiera. O más bien, justamente por eso.

Benjamín contaba con apenas cinco años cuando su madre -embarazada y con otros dos hijos- debió hacer de su auto una casa, al perder la propia. Los cuatro vivieron varios meses en el coche, estacionado en el predio de una parroquia. “Ese era nuestro hogar. Y cuando nuestro amigos venían a jugar, tenían que golpear las ventanillas en lugar de una puerta de madera”, recordó el actor en un reportaje, con absoluta naturalidad.

Esa mujer, ya con cuatro hijos, recibió el apoyo de la iglesia del lugar. Y el niño Salisbury se aferró a Dios. No lo soltaría jamás.

Tiempo después, con la economía familiar aún con zozobras, asistió con un amigo al teatro local. Al volver esa noche, compartió su entusiasmo con su mamá: había quedó fascinado con la obra vista. Más tarde ella lo acompañó a una audición, y al chico no le fue nada mal…

Te puede interesar: Así está hoy C.C. Babcock, la gran malvada de La Ñiñera, la histórica comedia de los '90

Benjamin tenía nueve años cuando subió a un escenario por primera vez: en Sleeping Beauty, the Musical actuó, bailó y cantó. Porque en un medio como el espectáculo -que reniega de la fe y opta por aferrarse a las cábalas y las supersticiones- alguien notó de inmediato que aquel niño que creía fervientemente en Jesús, tenía ángel.

Llegarían así más musicales. Comerciales televisivos; el debut en la pantalla grande. Y el dinero, que hizo olvidar viejos pesares. Enseguida el suceso de La Niñera, con la fama, la popularidad, el éxito. Y luego, el ostracismo tan deseado. Y en consecuencia el olvido, que se prolongaría por casi dos décadas hasta que un Salisbury ya adulto hizo su reaparición.

Para asombro de muchos y desconcierto de varios, ya nada quedaba de Brighton Sheffield. Pero, ¿y Benjamin? ¡Feliz! Quien nada tuvo, hoy tiene todo aquello que buscó, aunque no coincida con las reglas del entretenimiento.

Temas relacionados: