Emiliano Torres es un joven cineasta con un vasta experiencia en la industria cinematográfica, en la cual ha trabajado más de 20 años como asistente de dirección y guionista en películas como Esperando al mesías; Whisky, Romeo, Zulú; Garage Olimpo y Corazón de León, entre muchas otras producciones.
Pero el salto a la dirección llegó con El invierno, su ópera prima, con la que alcanzó reconocimiento en festivales internacionales, como el premio especial del jurado y el premio a la mejor fotografía del Festival de Cine de San Sebastián y el de mejor actor del Sindicato Francés de la Crítica Cinematográfica en Biarritz.
El invierno fue rodada en escenarios de El Chaltén, El Calafate y Río Gallegos, en condiciones geográficas extremas. Está protagonizada por Alejandro Sieveking (dramaturgo y actor chileno) y el joven misionero Cristian Salguero, con la participación de Adrián Fondari y Pablo Cedrón.
La historia transcurre en una estancia de la Patagonia. Allí, un viejo capataz es despedido de su trabajo y un peón más joven debe tomar su lugar. El cambio no es fácil para ninguno de los dos y cada uno a su manera deberá sobrevivir al siguiente invierno.
Festival mendocino
Ahora Emiliano Torres llega a Mendoza para participar en el Graba 01, Festival Audiovisual de Mendoza, organizado por Extensión Universitaria de la UNCuyo, que continúa promoviendo actividades previo a celebrar su primera edición en marzo de 2017.
Hoy se proyectará la película de Torres (a las 20 y 22) y mañana, a las 22, dará una charla sobre "Escritura de guión, estética de la imagen y actuación en cine". Ambas actividades serán en el cine Universidad.
Diario UNO habló con Emiliano Torres a horas de presentarse en Mendoza sobre El invierno y sus actividades.
-El Graba tiene la particularidad de reflejar distintas miradas sobre la producción audiovisual latinoamericana. ¿Qué importancia tienen estos espacios para ustedes, los cineastas?
-Para mí estar presente en Mendoza y presentar la película es muy importante. Creo que es una cinta que en lugares fuera de Buenos Aires es mejor apreciada y por otro lado en un contexto tan interesante y de algún modo tan vanguardista como el Graba, me parece ideal.
-¿Tu intención es alejarte del cine comercial? ¿Cómo lo definís?
-Yo hago un cine narrativo y en cierta medida bastante clásico, pero hay una búsqueda formal y temática que quizá va más allá de lo usual. Me parece que transito en un equilibrio entre el cine de autor y el más comercia. Ese equilibrio creo que fue lo que atrajo mucho en los festivales y lo que hizo que las críticas y la prensa se interesaran tanto en la película.
-¿Cómo fue tu pasaje de la asistencia de dirección a la dirección?
-Hay experiencias que se van acumulando, muchas tienen que ver con lo cinematográfico o con cuestiones exclusivamente técnicas. Yo trabajé con directores muy distintos, algunos absolutamente experimentales y otros absolutamente comerciales, en películas enormes en Europa o muy pequeñas en algún país latinoamericano. Finalmente, luego de más de 20 años trabajando lo que se aprende va más allá de lo cinematográfico y tiene que ver con una actitud frente al proyecto, con la posición que uno asume como autor frente a una película y ante los riesgos que corre al hacerla.