Dolores Fonzi vuelve a la pantalla grande como una de las figuras centrales de "La misma sangre", el thriller de Miguel Cohan. En el relato Fonzi interpreta a Carla, la hija de un matrimonio que está a punto de terminar como tal, y que tras la muerte de su madre comienza a vivir una etapa de cuestionamientos alimentados por su esposo, que la llevan a una nueva realidad. En este thriller, la actriz vuelve a ser hija de Oscar Martínez (como ya ocurrió en "La patota") y esposa de un médico interpretado por Diego Velázquez. El elenco también incluye a los chilenos Paulina García y Luis Gnecco.
Con papeles protagónicos en películas notables como "La cordillera", "Nieve negra" y "Truman", "Caja negra" y "El fondo del mar", Fonzi se convirtió en una de las grandes actrices del cine nacional. También se ha destacado en la televisión, donde comenzó a trabajar desde muy joven en tiras y unitarios como "Verano del 98", "El sodero de mi vida", "Tiempo final" y "Disputas". Como si esto fuera poco, además es una figura clave en el llamado Colectivo de Mujeres, que lucha por la legalización del aborto en la Argentina. Sus exigencias a la hora de aceptar un nuevo proyecto son importantes: los personajes que le proponen deben pasar por ese tamiz que significa tener una postura muy clara frente al trabajo y también frente al rol de la mujer de hoy. La actriz habló de su personaje en "La misma sangre" y aseguró que las mujeres cada vez tienen más espacio en la industria del cine. "Pero seguimos luchando", aclaró.
—Tu personaje tiene dos momentos claves en la película: el primero como hija de un matrimonio que trata de disimular su crisis terminal, que muy rápido sufre la muerte de su madre, y el segundo cuando cambia completamente su actitud frente a esa realidad...
—En principio ella vive lo que le ocurre a su madre como algo que puede ocurrir, de la manera más convencional del mundo, con duelo, pero en un momento el marido le trae una nueva perspectiva y cambia el paradigma. A partir de ese momento se le fragmenta todo y empieza a tratar de unir esas piezas. Es ahí cuando comienza una intriga que avanza hacia un final imprevisible
—¿Cómo fue trabajar con actores como Oscar y Diego?
—Con Oscar ya había trabajado en "La patota". Aquella vez y esta fueron espectaculares. A Diego lo conocía pero nunca había trabajado con él. Trabajar con los dos fue fantástico El rodaje fue muy divertido, la pasamos muy bien más allá del tono dramático de la película. Más allá de lo que se cuenta fue un rodaje muy tranquilo, y el equipo tuvo muy buena onda. Todo fue fácil y genial.
—¿Qué necesita un papel para que vos quieras hacerlo?
—Depende. Un papel tiene que ser muy cercano a mí o todo lo contrario. Me gusta que tenga alguna particularidad. En este caso tiene ese quiebre que le revela un mundo nuevo, y a la vez repite algo que viene por transmisión paterna. Después puede ser cualquier cosa. También está el hecho de trabajar con amigos, con actores que conozco... Hay mil razones por las cuales me puede interesar un personaje.
—¿Cómo vas llevando el hecho de ser una de las referentes más visibles del Colectivo de Mujeres?
—Siempre cuando aparece un movimiento que tiende a luchar por la igualdad de derechos surgen reacciones. Para este año tenemos pensado encarar bastantes cosas y acciones. Es un año complicado más allá de las elecciones. Los que han salido a respondernos tienen respaldo económico, en cambio nosotras sólo el popular. Ellos lo hacen con dinero y con el avance ultraderechista que hay en todo el planeta. Creo que es una respuesta muy concreta de oponerse al cambio.
—En el mundo del cine, ¿crece la participación de mujeres en roles que tradicionalmente eran para hombres?
—Siento que hay más espacio para directoras mujeres y en los equipos técnicos. También creo que es porque algo está cambiando y que tiene que ver con la maternidad, en cómo las mujeres se empiezan a dividir poco a poco las tareas con los hombres, cuando empieza a surgir un cambio de paradigma real. ¿Por qué no había tantas mujeres directoras? Quizás porque seguramente las mujeres estábamos condenadas a la crianza de nuestros hijos.
—¿Notás un cambio de paradigma?
—Ahora se empieza a replantear el modelo. Todavía falta un montón, aunque las mujeres empiezan a darse un espacio por sus talentos. Ahora las mujeres comienzan a trabajar no por el hecho de que tiene que haber mujeres en distintos espacios, sino porque empiezan a destacarse en lo que hacen, a hacer lo que quieren, incluso elegir tener hijos o no.
—¿Hay un nuevo posicionamiento en la industria?
—No por ser mujeres o hombres van a ser mejores directoras o directores. Lo que importa son las miradas particulares sobre ciertos universos. Las miradas pueden ser de mujeres o de hombres. Es verdad que cada vez tenemos más espacio, pero seguimos luchando.
—Cuando vos aceptas un papel en una película, ¿te planteas el tema de cómo se muestra a la mujer?
—Sí, obvio. Por distintas razones podés hacer películas que hablen de personajes femeninos de ultraderecha o anti derechos y todo eso, pero está bien porque exponen una realidad. El problema es cuando las mujeres, en los guiones, están pintadas y sólo aparecen porque tiene que haber alguna en el relato al servicio del personaje masculino. Eso es un plomo. Y no es necesario que tenga que interpretar a una mujer como yo. Esta película es uno de esos casos.
Un director con éxitos de taquilla
"La misma sangre" es la tercera película de Miguel Cohan, que empezó su carrera como asistente del director Marcelo Piñeyro ("Plata quemada", "Kamchatka", "El método", entre otras). En 2010 estrenó su ópera prima, "Sin retorno", con Leonardo Sbaraglia y Federico Luppi, que fue una de las cinco películas argentinas más vistas de ese año. Y en 2014 volvió a repetir el éxito de taquilla con "Betibú", basada en la novela homónina de Claudia Piñeiro.