Chapote - Víctor Di Nasso
El actor y comediante es referente del clown en Mendoza y está cumpliendo su temporada teatral 31 en vacaciones.
Foto: Gentileza Bibi Martínez
Hoy, su personaje sigue vigente porque no subestima a las infancias. Se planta frente al público sin edad, sabiendo que el humor puede ser profundo, ácido, incluso incómodo, pero siempre auténtico. “No soy un arquetipo de payasito infantil”, afirma. “Mi estructura es de circo, con lenguaje para todo público”.
Desde los carnavales en su infancia hasta sus más recientes shows en la Nave Cultural o en el Teatrino de la Plaza Independencia, Chapote no ha dejado de crecer. Di Nasso lo ha ido adaptando sin perder su esencia: la de un clown que no teme al ridículo, que observa el mundo con lupa y que abraza el error como parte del viaje. “El payaso me ha salvado”, dice.
El refugio del payaso en vacaciones
Di Nasso lleva todas las tardes a su alter ego y otros personajes famosos suyos a Radio Nihuil y a El Siete. Lo hace para "Hora Libre" y para el programa de Ornella Ferrara "Pará Todo!". Incluso a la conductora el año pasado la animó a debutar en las tablas con una obra de teatro juntos.
Sin fórmulas mágicas pero con la certeza de estar en el camino correcto, Víctor Di Nasso entiende que el clown que hoy conecta es aquel que no subestima al público infantil, que involucra al adulto, que abraza el error y que se anima a jugar desde la vulnerabilidad. “El payaso no le teme al ridículo. Lo estudia, lo acepta y lo pone en evidencia”, asegura.
En estos días de vacaciones, el artista alterna funciones de "Romepote y Julietilina" junto a Jéssica Echegaray en el Teatrino de la plaza Independencia (de jueves a sábados a las 16), con su unipersonal de Chapote en la Nave Cultural (sábado 19 a las 18).
Victor Di Nasso es Chapote
Di Nasso dice que nació siendo un payaso y que Chapote ya es él mismo y no sólo su alter ego en el teatro.
Foto: Gentileza Bibi Martínez
A lo largo de esta charla con Diario UNO, Di Nasso repasa su historia personal, la evolución del clown en Mendoza, el desafío de captar la atención de los chicos en plena era de TikTok, el lugar del humor en la infancia y su propia manera de renovar un arte milenario sin perder la esencia: jugar, reír y conmover.
Chapote nació junto con Víctor Di Nasso
–¿Cuándo fue la primera vez que te pusiste una nariz de payaso y por qué?
-Vine de Buenos Aires a Mendoza a los cinco años. Atrás de mi casa había un campito donde llegaban los parques de diversiones. En esa época me maravillaron los payasos. También había muchos en la televisión, como Firulete y Cañito, Pepito Marrone; Gaby, Fofó y Miliki, Carlitos Balá. La primera nariz me la puse para los carnavales, era parte del disfraz. Ya de grande, cuando fabriqué a Chapote, me fabriqué una nariz con una bolita de tergopol porque no existían más que las de cotillón. La achaté, la pinté y le pasé un elástico. Esa fue mi primera nariz de verdad.
–¿Cómo nace Chapote y cómo lo describirías hoy?
-Creo que nací payaso. Sentía desde chico ese placer de hacer reír. Chapote nace en la Facultad de Teatro, cuando una señora buscaba payasos para una escuela y armamos una función infantil. Éramos tres y estábamos fanatizados con el mundo del circo, de Chaplin, Buster Keaton, Los Tres Chiflados. Así creé a Chapote. El nombre viene de la CH de Chaplin, de Chespirito... primero era Chipote Chillón, después quedó Chapote. Al principio era más vagabundo, como los payasos de la Depresión del ’30. Hoy ya no sé si es un personaje o si soy yo mismo.
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En estos días vuelve a dar funciones en el marco del ciclo Ciudad de los Chicos, tanto en la Nave Cultural como en el Teatrino de la plaza Independencia.
–¿Cómo era el mundo del clown cuando empezaste? ¿Qué cambió?
-No existía la palabra “clown”. Eras actor, payaso o mimo. En la facultad llegó un libro de Europa, “El navegante de emociones”, y se dictó un taller. Ahí me di cuenta que eso era lo mío. El payaso de antes era casi exclusivamente infantil, más animador que clown. Hoy no hay personajes como Chapote en los medios: que estén en la tele, la radio y el teatro como personajes y no como animadores. El clown que me gusta es familiar, a veces sólo para adultos. Desde que empecé sentí la necesidad de involucrar al adulto también.
–¿Qué te da el teatro clown que no te da el teatro clásico?
-El clown rompe la cuarta pared. Directamente no existe. He hecho funciones en bares y me he ido hasta la calle a jugar. Todo se puede usar en escena: lo que pasa, el que entra tarde, el técnico. Hay una gran desestructuración, se amalgama con la realidad. Todo es parte del juego.
Cuando el teatro clown pone el foco en el ridículo
–¿El temor al error o al ridículo es parte del oficio de payaso?
-El temor al error y al ridículo es parte del ser humano. Andamos intentando ser perfectos, y eso ya es muy ridículo. El mundo del clown abraza el error, lo expone, lo investiga, se frena a ver por qué se tropezó. Hacemos foco en el ridículo. Por eso la gente se identifica tanto con el payaso.
–¿Cómo vas cambiando tus sketchs para atraer al público infantil?
-No tengo un plan específico. Me permito editar en vivo. Si algo no funciona, lo corto y paso a otra cosa. Siempre he preferido que se alargue el show en el teatro o donde sea porque está funcionando, a que dure una hora y a los 40 minutos se quieran ir. Depende del público, del espacio. Me guío por lo que siento yo también. Si me estoy divirtiendo, probablemente los demás también.
Chapote - Víctor Di Nasso
Chapote se mantiene vigente en el público infantil gracias a su ductilidad para hacer reír y nunca perder la magia del juego.
Foto: Gentileza Bibi Martínez
–¿Cómo se hace hoy para llamar la atención de chicos y chicas que consumen TikTok?
-Esta generación vive en la inmediatez. Queremos todo ya. Por eso atrapan los reels, las historias: porque son cortitos y si no me gusta paso al siguiente. Pero eso también se vuelve adictivo. No sólo los chicos, también los adultos. Hay que encontrar el equilibrio.
En tiempos de Tiktok los payasos se reinventan
–¿Cada vez que llega una nueva temporada pensás en dejar?
-No pienso eso. Si lo pensara, lo dejaría. Estoy porque me divierte, me entretiene. Me siento un privilegiado por poder hacerlo. Lo que sí me digo es: “¿Esta vez seremos reconocidos los que venimos haciendo teatro infantil hace años?”.
–¿Cómo te renovás con propuestas para un público tan exigente como los chicos?
-No me renuevo por obligación, me sale natural. Consumo cosas infantiles, tengo muy presente a mi niño interior. Veo cine, series y voy al teatro con mi hija. Si no entiendo algo, lo investigo. Pero primero me tiene que gustar a mí. No puedo meter algo sólo porque es tendencia.
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Con Ornella Ferrara el año pasado hicieron una obra de teatro en el Independencia.
Foto: Axel Lloret / Diario Uno
–¿Qué te sigue aportando el clown, hoy que hacés teatro, televisión y radio?
-Siento que todo me aporta. Lo que hice antes con Chapote me entrenó para lo que hago ahora en Radio Nihuil y con Ornella Ferrara en El Siete. Y lo que hago ahora en radio y televisión me prepara para lo que vendrá. Todo se retroalimenta.
El payaso sale al teatro para ser querido
–¿Cómo debe ser el payaso de hoy? ¿Chapote ha cambiado?
-El payaso de hoy debe ser sincero consigo mismo. Yo sigo en esto para poder seguir jugando. Y eso está mal visto cuando uno crece. Encontré en el clown la posibilidad de seguir jugando, de embarrarme, de reírme de mí mismo. El payaso, fundamentalmente, sale al escenario para ser querido. El payaso me ha salvado.
–¿Alguna anécdota que te haya marcado en una función?
-En Cuba hice una función y los chicos subieron literalmente todos al escenario. Yo me senté en una butaca a verlos a ellos junto a los adultos. También me pasa que los chicos se acercan con miedo y me quieren sacar la máscara, y les digo que sí, que soy una persona disfrazada. Se quedan mudos. En una función en la cárcel, un preso me pidió un autógrafo para su hijo. Después se acercó otro y me dijo: “Firmame uno para Alejandro”. “¿Tu hijo?”, le pregunté. Me dijo: “No, soy yo. Porque yo también tengo un niño adentro”.
Victor Di Nasso es Chapote
Víctor Di Nasso ha llevado a Chapote a varios países de Latinoamérica. Y hasta fue distinguido en una ciudad mexicana.
Foto: Gentileza Bibi Martínez
–¿Cuáles son hoy los límites del humor infantil?
-Es un tema difícil, los chicos no son los mismos de hace 20 años. A mí me gusta ir al límite, incluso Chapote es políticamente incorrecto. Pero siempre con respeto. No soy un arquetipo de payasito infantil, soy un payaso. Y mi estructura es de circo, con lenguaje para todo público.
–¿Qué le dirías a los padres que sienten que perdieron la batalla contra las pantallas?
-Que si sienten que la perdieron es porque se rindieron. Y hay que seguir dando batalla. Nosotros también estamos en las pantallas, en las redes como TikTok todo el tiempo. Hay cosas buenas, pero hay que dosificar. Primero nosotros. Los chicos siguen el ejemplo. Con perseverancia y sin rendirse, todo se puede.