El Circo Berlín no se parece a ningún otro. No se instala en las grandes plazas ni busca llenar funciones con entradas costosas. Nació en Palmira, al Este de Mendoza, y desde entonces va donde nadie más va: a los distritos más chicos, a los barrios olvidados, a los lugares donde el espectáculo es un lujo que no llega.
Un circo popular para que nadie quede afuera. Se invita a los merenderos y comedores en forma gratuita.
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“Yo vengo de una familia muy humilde. A veces mi papá y mi mamá no tenían para llevarme al circo. Por eso siempre pienso en esos chicos que no pueden acceder a estos espectáculos, que por ahí las entradas valen $10.000, $8.000... Nosotros cobramos entradas de $3.000 y, cuando podemos, lo hacemos totalmente gratis para los comedores, los merenderos, los clubes”, cuenta Rodrigo Alejandro Paredes, conocido por todos como Rasta, fundador, equilibrista y payaso del circo.
Un circo que nació para invitar a merenderos
Esta semana, la gran carpa colorida se instaló en el Club Alto Verde, en San Martín, y en días anteriores estuvo en la plaza de Buen Orden gracias al apoyo de la delegación municipal. En cada parada, la dinámica es la misma: ofrecer funciones dobles, invitar gratuitamente a merenderos y clubes barriales, y quedarse el tiempo que sea necesario para sembrar alegría.
“Nosotros tenemos una capacidad de 120, 150 personas. Los chicos quedan fascinados. Me traen cartas, me piden que no nos vayamos. Es una sensación única, muy bonita”, dice Rasta, emocionado.
La delegada municipal Graciela Garro fue una de las impulsoras de su llegada a Buen Orden: “Este circo viene trabajando mucho para ofrecer su show a chicos que viven en zonas alejadas del centro. A cambio de nuestra colaboración, nos ofrecieron funciones gratis y descuentos a merenderos y escuelas. Estamos muy agradecidos”.
La historia de Rasta, que comenzó haciendo malabares y llegó al circo
Rodrigo comenzó su carrera artística en los semáforos. “Siempre me gustó el arte. Arranqué en la calle, haciendo malabares. Después trabajé en espectáculos nacionales e internacionales. Mi vocación es el equilibrismo, el malabarismo. De ahí nace todo esto”, relata.
Luego vino el sueño grande: tener su propia carpa. “Comenzamos en los teatros, en los clubes, hasta que pudimos tener nuestra primera carpa. Ahora ya tenemos la segunda. El circo tiene tres años de trayectoria. Hemos recorrido La Paz, Santa Rosa, Rivadavia, Junín, San Martín, Maipú, Las Heras…”, enumera.
Pero el espíritu no cambió: “No es un circo comercial. Es un circo más popular, de barrio. Pero que sea de barrio no quiere decir que sea malo. Donde vamos, siempre nos felicitan. Está hecho con amor. El circo está bonito por dentro, bien pintadito, todo organizadito”, cuenta con orgullo.
“Dios nos puso esto en el camino, el circo”
Para Rasta, este proyecto tiene algo de misión divina. “Yo creo que este es el propósito que me puso Dios en el camino: poder llevar el sano entretenimiento, la alegría, la unión familiar. Porque el circo es para toda la familia”.
Y aunque el trabajo es arduo —traslados, armado, funciones dobles— la recompensa es enorme. “Mucho laburo, pero se recompensa con la alegría de los chicos. Por ahí en mis redes me preguntan cuándo volvemos, y solemos repetir los distritos cada un año, un año y medio. La gente siempre acompaña porque sabe lo que va a haber. Y eso, para nosotros, es todo”.
Funciones y próximos destinos del Circo Berlín
El Circo Berlín continuará sus funciones en el Club Alto Verde, en San Martín, el sábado y domingo a las 18.30 y 21, y se despedirá el lunes a las 21. Después, seguirá su gira.
Para los que aún no los han visto, Rasta deja una invitación abierta: “Es un circo chico, pero gigante en amor. Queremos que todos los niños, sin importar dónde vivan o cuánto tengan, puedan vivir la magia del circo. Eso es lo que más feliz me hace”.
Dónde informarse: Rodrigo Paredes, tel. 2634 62-1375