El INV reconoció dos nuevas variedades al listado para la elaboración de vinos de calidad. Se trata de del sanint jeannet y el moscatel rosado, dos cepajes con distinta densidad e historia en la vitivinicultura argentina.
El INV reconoció dos nuevas variedades al listado para la elaboración de vinos de calidad. Se trata de del sanint jeannet y el moscatel rosado, dos cepajes con distinta densidad e historia en la vitivinicultura argentina.
La Resolución Nº 57/24, que se publicó este martes en el Boletín Oficial aprobó la unificación del listado de variedades reconocidas como aptas para la elaboración de vinos de calidad y aquellas autorizadas para la elaboración de Vinos Reserva y Gran Reserva.
“A través de estudios realizados por este organismo (Instituto Nacional de Vitivinicultura – INV) se concluyó que las variedades Saint Jeannet y Moscatel rosado son aptas para elaborar vinos de calidad”, argumentaron.
El Sanint Jeannett es una cepa, originaria de Francia, poco difundida en la Argentina y destinada a ediciones limitadas. Muchas bodegas lo están incorporando de a poco entre sus cultivos.
La Bodega Finca Savina define a su Saint Jeannett como un vino con “colores acerados verdosos brillantes. Nos permite experimentar un viaje por la historia de los vinos blancos y cautivar con su nobleza y elegancia. De notable untuosidad en boca, esta cepa casi extinta en el mundo invade nuestros sentidos y nos invita a redescubrirlo en cada sorbo”.
En IProfesional se describió hace unos años a un Allamand Cuvée Saint Jeannet 2015 de Bodega Lúminis como “un blanco exótico que suma una paleta plagada de frutas blancas, pero en una segunda capa ofrece toques de miel y un aroma intrigante a goma que hace recordar, de refilón, a algunos Riesling. En boca es un vino vivaz, de acidez marcada. Pero se nota que ahí donde estaba todo dado para que sea un blanco extremadamente filoso, entra a jugar el aporte de Chardonnay que aquieta un poco las aguas, dándole algo de volumen y espíritu frutado”.
En INV detalla que el Moscatel rosado proviene de cruzamientos naturales de diversos cepajes foráneos y que se destina en gran parte para la elaboración de vinos básicos y puede dar origen a un vino moscatel de intenso perfume, en ocasiones muy apreciado. “Está ampliamente difundida en Mendoza, generalmente en parrales mezclado con otros cultivares como Criolla Grande, Cereza y Pedro Giménez”.
El portal Floral de Nariz describe a un Ñu Moscastel Rosado como un “vino sutil… es una ilustración de los atardeceres que se pueden ver en nuestros viñedos. Presenta un color salmón de reflejos brillantes. Se perciben aromas a frutas tropicales, durazno y cítricos frescos. Muy frutal y fresco en boca, equilibrada acidez y dulzor”.