Hay una creciente fascinación de muchos particulares por difundir sus asuntos, opiniones y momentos privados en las redes sociales.
Es como si creyeran que el mundo está ávido de ver o escuchar cosas que en la mayoría de los casos son del estricto ámbito familiar.
Nos guste o no, es una tendencia internacional casi imparable que quizás comience a decantar cuando el péndulo social lleve a una revalorización de una de las gemas sociales que hoy están en retirada: el derecho a la privacidad.
Parte de esa manía social se ha trasladado también a grupos y organizaciones, que cada dos por tres caen en su propia trampa.
Es que creen estar haciendo sus propios diarios a medida, donde, claro, todas las noticias son buenas. O, por lo menos, que ellos creen que los favorecen.
Atenti, pibe
Ello quedó demostrado esta semana con el sitio web del SUTE, el gremio de los docentes mendocinos.
La frase de los juristas de que "a confesión de partes, relevo de pruebas" se pudo comprobar cuando el Gobierno provincial difundió una serie de fotografías para denunciar que el SUTE estaba haciendo proselitismo gremial y político usando a los alumnos como ariete.
Esas imágenes, en la que se ve a chicos de colegios primarios con pancartas contra disposiciones del gobierno de Alfredo Cornejo, como el "ítem aula" o los aumentos salariales por decreto, no fueron tomadas por asalto.
El Gobierno las bajó del sitio digital del SUTE.
Las imágenes muestran a dirigentes gremiales en escuelas públicas de la provincia "bajándoles línea" a los alumnos, en horas de clase.
La confesión
Es decir, el SUTE le sirvió en bandeja al Gobierno la "confesión" de un pecado.
Después el Gobierno se enredó con una resolución en la que prohibió la entrada a las escuelas de gente "que invoque la representación de entidades gremiales".
De inmediato el gremio, ducho en estas lides, salió a defenderse con uñas y dientes indicando que la restricción oficial de entrar a las escuelas incumple fallos de la Justicia que claramente facultan el ingreso de los delegados gremiales a los establecimientos.
En este toma y daca , lo que no admite discusión es que los alumnos jamás deben ser usados para ninguna actividad proselitista o propagandística.
Ni por parte del gremio ni por parte de ningún Gobierno.
¿Cómo puede alguien aceptar que los chicos dejen de recibir la clase cotidiana a fin de que un grupo de delegados gremiales les expliquen lo mal que están actuando las autoridades con disposiciones como el ítem aula?
La hora de la pancarta
Los delegados gremiales que aparecen en esas fotos son, antes que nada, docentes. Es decir, deberían conocer las prevenciones que se deben sopesar al tomar fotografías de los alumnos sin autorización de los padres.
¿Cómo aceptar que a los chicos los hagan posar en escuelas de Lavalle o de Tunuyán (por citar sólo dos de los casos que se vieron en el sitio web del SUTE) junto a pancartas que pregonan los eslóganes con los que el sindicato hace política? (Y aclaro que la palabra política no está dicha con ningún sentido peyorativo).
Marinés y la trenza
El ítem aula contra el que pelea el SUTE es un plus salarial instaurado por Cornejo para favorecer a los docentes que efectivamente están frente al grado.
La Dirección de Escuelas (DGE) era un sitio donde cualquiera que se cansaba de aguantar a los pibes se pedía una adscripción con algún político amigo y se iba a descansar a la Legislatura u otro sitio amable.
La DGE no sólo le seguía pagando el sueldo sino que además debía inventar otro sueldo (a veces hasta tres o cuatro haberes) para cubrir el mismo cargo del que había partido "en comisión".
Sólo una ministra peronista, María Inés Abrile de Vollmer, se animó a denunciar que había por lo menos dos mil docentes "en comisión" que no trabajaban frente al grado. Prometió traerlas de vuelta al aula. Después, las trenzas políticas pudieron más que ella.
Estado tontín
El problema que ningún gobierno se animaba a resolver era el creciente ausentismo escolar.
Como el Estado es bobo, la Educación pública era uno de los tantos ámbitos donde ciertos derechos laborales habían sido desfigurados hasta la exageración.
Total, el Estado siempre paga. Total, el Estado pierde todos los juicios. Total, los gremios nunca van a decir ni mu en este asunto.
Ello obligaba a que la Provincia tuviera que disponer de una especie de presupuesto paralelo para sostener el sistema de maestros suplentes.
Vérselas feas
¿Cuándo explotan estas cosas? Muy simple. Cuando no hay plata.
Cornejo recibió una provincia con las arcas saqueadas. Y se vio obligado a hacer cirugía en todas las áreas donde se gastaba mal.
Para defenderse, el Gobierno acudió a un argumento de hierro: el SUTE representa a una fracción de la sociedad y el Gobierno ha sido votado por una mayoría de contribuyentes para defender el bien común, es decir, para armonizar los derechos de todos los ciudadanos.
Y en ese sentido, y sin pretender desmerecer la importancia de la actividad gremial, el bien mayor a defender en materia educativa es el derecho de los niños y adolescentes a recibir instrucción de calidad y de manera gratuita.
La racionalidad no puede estar peleada con la gestión política. Y el dispendio tiene que empezar a ser una mala palabra.
La plata con la que Cornejo paga los sueldos estatales no es suya. Y él no es dueño de una empresa. Es empleado de los contribuyentes mendocinos. Y en la última elección los votantes pidieron que sus dineros fueran manejados con austeridad.