Li Guolin, un guardabosques de las montañas Ailao en la provincia de Yunnan, se ocupa de muchas especies de plantas diferentes. Sin embargo, el hombre de 40 años también cuida de un animal en peligro de extinción: el gibón de cresta negra occidental, un pequeño primate llamado así por el pelaje negro en la coronilla de su cabeza.

En las últimas décadas, la pérdida de su hábitat debido a la expansión de la agricultura, el uso ilegal de tierras forestales y la tala ilegal han provocado una fuerte disminución en el número de los simios. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza clasifica a la especie como el segundo primate más amenazado del mundo, con un número de entre 1.100 y 1.300.

Yunnan es el único hábitat de la especie en China, y el condado de Xinping alberga 124 grupos, el mayor número en la provincia, que comprende entre 500 y 600 miembros en total.

La base de Li, la oficina de gestión de la Reserva Natural de la Montaña Ailao en Xinping, ha estado realizando esfuerzos de conservación desde fines de la década de 1980. Esos esfuerzos han ayudado a promover un aumento de la población del animal en los últimos años.

Además, con la guía de científicos, los guardabosques han logrado acostumbrar a los gibones a su presencia a través de varios años de observaciones diarias, en lugar de simplemente proporcionarles comida para fomentar la familiaridad.

Es la primera vez que el gibón de cresta negra occidental se ha estudiado de esta manera en cualquier lugar.

“Es un método único y muy preciso de estudiar gibones”, sostuvo Jiang Xuelong, profesor del Instituto de Zoología de Kunming de la Academia de Ciencias de China. Jiang, que ha estudiado la ecología y la evolución de los mamíferos durante muchos años, sostuvo que los gibones se mueven muy rápidamente en el bosque, columpiándose de árbol en árbol. “Pasan su vida en los árboles y rara vez se quedan en el suelo. Eso hace que la observación sea un desafío”. La aptitud física es crucial para el trabajo y el proceso de registrar científicamente los movimientos de los animales también es exigente.

En 2013, Li fue testigo de cómo una pareja de gibones tenía un hijo. “Llamé al padre Xin y a la madre Ping, y luego le di al bebé el nombre Xinping, un homófono del nombre del condado”, señaló.

En los últimos años, Li ha registrado actividades importantes, incluida la forma en que la madre entrenaba a su cría, que era muy tímida antes de los 2 años y se aferraba a su pelaje todo el día. Además, también notó que los miembros de la familia pasan por pruebas emocionales, al igual que los humanos. “Temprano en el día, siempre escuchamos las llamadas matutinas fuertes y únicas entre las parejas. Pero un día me di cuenta de que Ping no se hacía eco de las llamadas de Xin porque le había quitado un poco de fruta el día anterior. Me sorprendió que estuviera enfadada por su marido”.

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