La base de Li, la oficina de gestión de la Reserva Natural de la Montaña Ailao en Xinping, ha estado realizando esfuerzos de conservación desde fines de la década de 1980. Esos esfuerzos han ayudado a promover un aumento de la población del animal en los últimos años.
Además, con la guía de científicos, los guardabosques han logrado acostumbrar a los gibones a su presencia a través de varios años de observaciones diarias, en lugar de simplemente proporcionarles comida para fomentar la familiaridad.
Es la primera vez que el gibón de cresta negra occidental se ha estudiado de esta manera en cualquier lugar.
“Es un método único y muy preciso de estudiar gibones”, sostuvo Jiang Xuelong, profesor del Instituto de Zoología de Kunming de la Academia de Ciencias de China. Jiang, que ha estudiado la ecología y la evolución de los mamíferos durante muchos años, sostuvo que los gibones se mueven muy rápidamente en el bosque, columpiándose de árbol en árbol. “Pasan su vida en los árboles y rara vez se quedan en el suelo. Eso hace que la observación sea un desafío”. La aptitud física es crucial para el trabajo y el proceso de registrar científicamente los movimientos de los animales también es exigente.
En 2013, Li fue testigo de cómo una pareja de gibones tenía un hijo. “Llamé al padre Xin y a la madre Ping, y luego le di al bebé el nombre Xinping, un homófono del nombre del condado”, señaló.
En los últimos años, Li ha registrado actividades importantes, incluida la forma en que la madre entrenaba a su cría, que era muy tímida antes de los 2 años y se aferraba a su pelaje todo el día. Además, también notó que los miembros de la familia pasan por pruebas emocionales, al igual que los humanos. “Temprano en el día, siempre escuchamos las llamadas matutinas fuertes y únicas entre las parejas. Pero un día me di cuenta de que Ping no se hacía eco de las llamadas de Xin porque le había quitado un poco de fruta el día anterior. Me sorprendió que estuviera enfadada por su marido”.