La noche del 23 de julio, el centro de control de The Planetary Society envió a la nave Lightsail 2 la orden de desplegar sus velas solares. Al poco tiempo, el sistema de telemetría comenzó a registrar impulso y a ganar altura en órbita. Este es el comienzo de una nueva era para la exploración espacial.
No es la primera vez que The Planetary Society pone en órbita una nave con velas solares. Ya lo logró con éxito en 2015, pero esta nueva misión era especialmente importante porque suponía la consagración de un método de vuelo ideado originalmente por Carl Sagan. Esta cadena de tuits recoge el momento del despliegue.
Estos son los datos de telemetría que demuestran que la nave está incrementando su órbita gracias al impulso generado por las velas solares.
El principio de funcionamiento de las Lightsail es muy sencillo: las enormes velas de la nave (cuatro triángulos que forman un cuadrado de 32 metros cuadrados) se impulsan mediante la luz. No son paneles solares, los fotones rebotan sobre su material reflectante y esta energía se transmite a la vela. Es como una vela de barco, pero con luz en lugar de viento.
Viajar de esta forma en la Tierra es imposible pero en el espacio no hay nada que frene a la nave. Si el momento generado por la luz del Sol se mantiene constante, la nave no deja de acelerar. El impulso no es suficiente como para abandonar la órbita terrestre, pero en viajes largos la teoría dice que las velas solares pueden proporcionar una velocidad mucho mayor que la de los propulsores químicos convencionales. Todo ello sin necesidad de cargar combustible ni propulsores.
El sistema no está exento de inconvenientes. Si la luz se hace más tenue, la aceleración desaparece, aunque no el impulso o inercia que ya tenía.
La simplicidad de las velas solares harán que, de un modo u otro, acaben protagonizando más de una misión fuera de los confines del Sistema Solar.
Fuentes: Universe Today/Gizmodo/The Planetary Society