En permanente interacción con la escuela Ponce de León y la Asociación de Personas con Discapacidad Visual, Michiutti fue probando la idea junto a los demás desarrolladores, Juan Manuel Franzante, Gastón Révori, Luis Echazarreta, Nicolás Marquizo, Exequiel Chesini y el ingeniero Leonardo Hoet, director técnico del proyecto.
Para entender la importancia del concepto sirve pensar en lo que ocurre con una tabla gráfica de información en la que se puede ver, por ejemplo, el crecimiento de la población de distintas ciudades en sucesivos censos.
"Si cerramos los ojos y le pedimos a alguien que nos lea esta tabla, podremos darnos cuenta de que pierde totalmente el sentido que tiene, que es el de presentar información de manera simple y resumida", razonó Michiutti.
Lo que ocurre al leer la tabla sin poder verla es que se pierde la dimensión espacial de la información que se está mostrando, la estructura que hace que sea fácil de interpretar y procesar.
"Este ejemplo puede generalizarse a todo el paradigma gráfico, así que cuando un programa les lee la pantalla a las personas con discapacidad visual, está descartando la dimensión espacial de las aplicaciones y programas que corren en la PC", concluyó.
Al generar relieve, el dispositivo devuelve esa dimensión espacial que permite distribuir la información, estructurarla y darle formas semánticas: si lo que se quiere representar es un botón, se genera un relieve rectangular o circular con un texto o un símbolo dentro, de forma que, cuando la persona ciega sienta un rectángulo de "aceptar", va a saber que al tocarlo desencadenará un evento.
"El fuerte del dispositivo no es trasformar texto en Braille sino poner en relieve las interfaces gráficas, como botones y ventanas", precisó Michiutti.
La inspiración para concebir el dispositivo surgió de la sorpresa que fue para el estudiante conocer cómo estudiaba una carrera a distancia un joven ciego que cursaba Derecho, Marcos Ramírez, quien no podía `leer` apuntes por falta de calidad de los archivos que debía traducir la máquina a audio.
"Tenía entonces que pedirle a su madre o a su hermana que le leyeran, y grabarlas para poder volver a escuchar la información", describió.
"Me sorprendí, pero esos malabares que hacía mi amigo para estudiar fueron para mí una inspiración y la chispa disparadora de la idea, así que nos reunimos con Juan Manuel que también es de
Ingeniería, una carrera que te despierta para pensar en soluciones para la sociedad", concluyó.
El proyecto participó en 2012 del concurso nacional Innovar, organizado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología en Tecnópolis, y recibe apoyo institucional como idea con impacto social, que actualmente desarrolla el prototipo con recursos humanos, equipos e instalaciones de la UTN, con financiamiento del Programa Consejo de la Demanda de Actores Sociales.
Fuente: Télam