Recorrieron unos 300 metros hasta el kiosco más cercano. En el trayecto atravesaron la casa de los Zúñiga, una familia con la que no se llevaban bien.
“Mi sobrino iba en moto e hizo ruido al pasar. Eso les molestó y ahí salieron a amedrentar”, cuenta Mabel (34), hermana de la víctima, al sitio tn.com.ar.
Hubo un intercambio de palabras y volaron algunos insultos, algo que se había hecho costumbre cada vez que se cruzaban dentro de una ciudad de 20 mil habitantes en la que -por fuera de la afluencia turística habitual- es fácil encontrarse. Minutos después, Soledad y los suyos compraron las bebidas y emprendieron el regreso a casa. Al volver, cuenta Mabel, “los Zúñiga los estaban esperando armados con cuchillos”.
Soledad recibió 12 puñaladas -además de golpes- en distintas partes del cuerpo y se desangró a pocos metros de su casa. Estaba tirada en la vereda cuando llegaron los policías del Comando de Patrullas y de las comisarías Primera y Segunda. La víctima fue trasladada de urgencia al hospital SAMIC, pero los médicos no pudieron salvarle la vida.
Luis Zúñiga y sus hijos, René y Verónica, fueron juzgados la semana pasada durante cuatro audiencias desarrolladas en la sede del Concejo Deliberante de El Calafate.
La acusación que llegó a debate fue “homicidio calificado por ensañamiento y alevosía con el concurso premeditado de dos o más personas”.
La fiscal Verónica Zuvic pidió prisión perpetua para el padre y su hijo varón, mientras que para la mujer solicitó 12 años al señalarla como partícipe directa del mismo delito. “Verónica dijo que había sido ella. Se autoincriminó para hacerlos zafar a su padre y a su hermano de una condena por femicidio, algo que de todos modos la fiscal no tuvo en cuenta”, lamenta Mabel.