El decreto presidencial

También la Iglesia se quejó por las restricciones

El arzobispo de Mendoza, monseñor Colombo, respaldó al gobernador Rodolfo Suarez y pidió no se limite el acceso a las celebraciones religiosas

El arzobispo de Mendoza, monseñor Marcelo Colombo, sumó su voz frente a los reclamos por las nuevas restricciones impuestas por el DNU (Decreto de Necesidad y Urgencia) del presidente Alberto Fernández que afectan a las celebraciones religiosas por cuanto limitan la asistencia de los fieles. El máximo representante de la Iglesia Católica de Mendoza agradeció además al gobernador Rodolfo Suarez por su preocupación por este tipo de actividades y por las gestiones que hará ante la Nación para que que no sean restringidas.

En un comunicado difundido este lunes, Colombo hizo hincapié en que tanto sacerdotes como laicos han respetado los protocolos sanitarios lo que no justifica el rtorno a las limitaciones.

Fe y familia, siempre esenciales, dice el título del documento emitido por el arzobispo.

Textualmente, la nota dice lo siguiente:

"Mis queridos hermanos, acabamos de escuchar las palabras del Señor Gobernador de la Provincia, Dr. Rodolfo Suárez, respecto a la aplicación en Mendoza, del nuevo Decreto de Necesidad y Urgencia, dictado en horas de la noche por el Señor Presidente de la Nación, Dr. Alberto Fernández.

Como muchos de Uds., sacerdotes y laicos, experimento con frustración que una vez más familia e Iglesia sufran la mirada restrictiva de las disposiciones que se adoptan, dada su significación para la vida personal y social. Ciertamente todos valoramos las palabras del Señor Gobernador en torno a la importancia de la salud espiritual de los mendocinos, que esperemos alienten la nota que mañana (por este martes) se eleve a la Jefatura de Gabinete, para respaldar con énfasis el pedido de habilitación para las celebraciones religiosas y los encuentros de familia.

Nuestros laicos y sacerdotes han dado a nuestras Iglesias y templos una cuidada aplicación de los sucesivos protocolos que se fueron dictando. Con escrupulosidad de quirófano y terapia intensiva, he visto desenvolverse nuestras celebraciones religiosas de este tiempo. Templos grandes y espaciosos como muchas de nuestras iglesias deberían poder recibir en sus celebraciones un porcentaje de la capacidad de ocupación.

Por las razones que hemos escuchado de la máxima autoridad provincial, hasta que no se nos notifique la autorización a tener celebraciones, éstas no podrán tener lugar en el Gran Mendoza, en Tunuyán y en Tupungato; en el resto de la jurisdicción de la Arquidiócesis, podrán seguir como hasta ahora; sin embargo, según las palabras del Señor Gobernador, en los departamentos alcanzados por las últimas restricciones, las Iglesias podrán permanecer abiertas para la visita espiritual o el diálogo pastoral con el sacerdote, excepto en Godoy Cruz cuyo intendente tampoco lo había autorizado entonces.

Pido a Dios que suscite capacidad de diálogo y de comprensión en quienes nos gobiernan, a nivel nacional, provincial y municipal. Estos largos meses de aislamientos y restricciones tienen enormes efectos sobre nuestras vidas, sobre nuestros vínculos, sobre nuestras expectativas, sueños y proyectos, además del impacto emocional y psicológico, y su evidente incidencia sobre la economía. Ya no estamos en el 20 de marzo donde una incipiente cuarentena parecía concluir en quince días. Por eso, con todo respeto pido a nuestros gobernantes que evalúen esos efectos y sepan articular con inteligencia, junto a las medidas sanitarias y de gobierno, aquellas otras que nos animen a emprender un camino fecundo de vida, con ejercicio de una exigente y creciente responsabilidad personal. Pido a Dios que suscite capacidad de diálogo y de comprensión en quienes nos gobiernan, a nivel nacional, provincial y municipal. Estos largos meses de aislamientos y restricciones tienen enormes efectos sobre nuestras vidas, sobre nuestros vínculos, sobre nuestras expectativas, sueños y proyectos, además del impacto emocional y psicológico, y su evidente incidencia sobre la economía. Ya no estamos en el 20 de marzo donde una incipiente cuarentena parecía concluir en quince días. Por eso, con todo respeto pido a nuestros gobernantes que evalúen esos efectos y sepan articular con inteligencia, junto a las medidas sanitarias y de gobierno, aquellas otras que nos animen a emprender un camino fecundo de vida, con ejercicio de una exigente y creciente responsabilidad personal.

Concluyo con unas palabras del Papa Francisco en su última encíclica: La esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna” (Fratelli tutti, Nro. 55). Apoyado en esa esperanza, que sólo ponemos plenamente en Dios, los saludo y bendigo en Jesús el buen Pastor, encomendándolos a la eficaz protección de nuestra Madre del Rosario".