El síndrome de la cabaña, llamado también fiebre de cabaña, es el miedo, la angustia o el rechazo que sufre una persona al tener que retornar a su trabajo, a la rutina, luego de haber estado encerrada durante un tiempo prolongado.
El síndrome de la cabaña, llamado también fiebre de cabaña, es el miedo, la angustia o el rechazo que sufre una persona al tener que retornar a su trabajo, a la rutina, luego de haber estado encerrada durante un tiempo prolongado.
En marzo del 2020, cuando el Gobierno nacional decretó la cuarentena, muchas personas vieron una oportunidad única de tomarse unos días del trabajo, de descansar, pero cuando pasaron los días, las empresas tuvieron que adaptarse a la nueva normalidad, atravesada por una pandemia. A algunos empleados les agobió la obligatoriedad de quedarse en casa, el encierro y muchas personas terminaron con depresión. Pero otros disfrutaron del trabajo en casa o teletrabajo, se acostumbraron a cumplir sus obligaciones desde la comodidad del hogar y al tener largos períodos de tiempo con una misma rutina, terminan por preferirla. Esto provocó que muchos empleados no quieran regresar a su trabajo.
El síndrome de la cabaña no es un trastorno psicológico ni una enfermedad mental, es uno de los efectos que dejó el encierro prolongado y el miedo al coronavirus, al salir, a caminar, a ir a hacer las compras, tener contacto con gente con coronavirus y contagiarse.
Los niños y adolescentes también pueden verse afectados debido a que han sido los que más encerrados han estado durante estos 18 meses. Han tenido muy poca presencialidad en las escuelas y hace tan solo algunas semanas que concurren todos los días al colegio. Además, se han visto limitados en sus actividades recreativas y artísticas, deportivas y se han acostumbrado a las clases por videollamadas y a jugar online con sus amigos, lo que puede haberles provocado un desgano por concurrir nuevamente.
La personas que tiene el síndrome de la cabaña presenta síntomas que son similares a una fobia.
Lo más importante es volver a la rutina anterior a la pandemia, pero de forma gradual. Para sentirse protegido, se pueden tomar todas las medidas de prevención, como utilizar barbijo, máscara facial, llevar alcohol en gel, evitar saludar a los demás, tomar distancia o usar guantes.
Hay que ir aumentando las salidas y la duración de las mismas. Es bueno empezar con actividades que resulten placenteras y ver a personas cercanas para aliviar el miedo y la angustia que puede causar la exposición.
La persona tiene que aceptar que presenta el síndrome de la cabaña, asumirlo es el primer paso para la recuperación. Admitir el miedo permitirá ser consciente y poder enfrentarlo.
Además, es muy importante que los allegados sepan de la situación, para que puedan comprender y ayudar.
Otra de las consecuencias del Covid-19 es la alopecia, que según la Real Academia Española (RAE) es la "c aída o pérdida patológica del pelo".
Algunos científicos de la Universidad Sapienza de Roma, en Italia, también están estudiando la relación que existe este la alopecia y el coronavirus. Una de las hipótesis es que el Covid-19 hace que se origine en el cuerpo una reacción autoinmune contra los folículos pilosos (parte de la piel que hace que el pelo crezca), inflamándolos y debilitando el sistema inmunológico. Otra de las hipótesis de los investigadores es que la caída del cabello tiene que ver con el deterioro de la salud mental y el estrés psicológico que causa el padecimiento del Covid-19.