Nacido en Chicago en 1955, de raíces multiculturales y miembro de la Orden de San Agustín, León XIV ha construido una trayectoria que refleja el modelo impulsado por Jorge Mario Bergoglio.
Ingresó a la vida religiosa en 1977, fue ordenado sacerdote en 1982 y desde entonces ha combinado su formación académica —en Matemáticas, Filosofía, Divinidad y Derecho Canónico— con un compromiso misionero profundo.
Uno de los capítulos más destacados de su vida pastoral tuvo lugar en Perú, donde ejerció como obispo de Chiclayo durante casi una década y adoptó la ciudadanía peruana en 2015.
América Latina no ha sido solo un destino en su carrera, sino una segunda patria espiritual. Esa vivencia territorial y cultural se suma a su dominio de varios idiomas, lo que lo convierte en un auténtico puente entre culturas y hemisferios.
Desde 2023, Prevost había sido designado por Francisco como prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, funciones estratégicas que lo colocaron en el corazón de la estructura vaticana y lo consolidaron como un referente del nuevo paradigma eclesial: global, descentralizado y atento a las nuevas realidades sociales y espirituales.
La elección de León XIV, tras el fallecimiento del papa Francisco el pasado 21 de abril, representa una continuidad con sello propio. Su pontificado comienza con la expectativa de consolidar una Iglesia más abierta al diálogo, sensible a las realidades del sur del mundo y comprometida con una unidad diversa, con esa periferia llena de pobres y ateos.
En los próximos días se esperan los primeros gestos de su liderazgo, pero su perfil ya envía un mensaje claro: la Iglesia del siglo XXI sigue apostando por un rostro universal, pastoral y cercano, como soñó Francisco.
Fuente: elliberal.com.ar