A veces, uno necesita desconectar sin viajar demasiado. A menos de 150 kilómetros de la ciudad, existe un pueblo fundado en 1615. Su ubicación a orillas del río y el hecho de ser el más antiguo de la provincia lo hacen un destino distinto.
A veces, uno necesita desconectar sin viajar demasiado. A menos de 150 kilómetros de la ciudad, existe un pueblo fundado en 1615. Su ubicación a orillas del río y el hecho de ser el más antiguo de la provincia lo hacen un destino distinto.
Baradero es una buena opción para una escapada de fin de semana. Como otras localidades ribereñas, tiene un ritmo propio y una arquitectura colonial que invita a recorrer sus calles a pie.
La iglesia Santiago Apóstol es un punto de interés principal. Fue fundada en 1615, es la más antigua de la provincia y en su interior se encuentra una reliquia de Fray Luis Bolaños, uno de los evangelizadores del Río de la Plata. Conocerla es parte de la visita a este pueblo.
Su costanera sobre el Paraná es un lugar para pasar la tarde. Tiene senderos para caminar, zonas de pesca y bajadas a playas de río. También hay campings, bares y paradores para comer al aire libre con vista al agua, una buena escapada del ruido de la ciudad.
El Parque del Este ofrece 36 hectáreas de vegetación autóctona. Es un espacio adecuado para caminatas y avistaje de aves, donde se conserva la biodiversidad de la zona. Este parque es uno de los atractivos del pueblo.
Para probar sabores locales está el Paseo del Puerto y el Mercado Raíz. Allí se puede encontrar comida regional y comprar productos frescos de la zona. El mercado también promueve el consumo sustentable, combinando la gastronomía con la conciencia ambiental, una propuesta interesante cerca de Buenos Aires.
Llegar a Baradero es directo. Desde la estación de Retiro, el ramal Retiro–Rosario de la línea Mitre te deja en el pueblo en unas dos horas. Los pasajes para el tren se compran en la boletería o en la web de Trenes Argentinos.
La historia de este pueblo comienza con misioneros franciscanos que llegaron en 1615 con el objetivo de evangelizar a las comunidades originarias. Su ubicación junto al Paraná favoreció su crecimiento como centro de agricultura y ganadería.
El desarrollo posterior del lugar tuvo el aporte de la inmigración suiza y alemana durante el siglo XIX. Esta inmigración dejó su huella en la arquitectura y en algunas tradiciones, lo que hace de esta escapada una opción con características propias.