Pasó el tiempo y los cuadros se fueron agravando. En el caso de María Rosa la preocupación fue altísima porque la falta de oxígeno comenzaba a provocar consecuencias. Estaba perdida en tiempo y espacio. "Le costaba modular lo que decía", cuenta la hija.
Los hisopados confirmaron la sospecha. Madre e hija dieron positivo de coronavirus.
Estuvieron internadas hasta el 14 de septiembre cuando, según Antonella, a la madre le dieron el alta y para la abuela pidieron el alta voluntaria. Porque el caso de la abuela el panorama era desalentador. Porque las mujeres temieron que María Crossi podía morir en soledad.
"A mi mamá no la dejo en el hospital: me la llevo a casa", dijo la hija de María Crossi. Y así lo hizo antes de firmar la salida por propia decisión.
Ya en casa, Antonella se ocupó de seguir la lucha: consiguió alquilar oxígeno a domicilio -costó muchísimo conseguirlo porque ese producto escasea- para la abuela, que "dos días después ya había recuperado el buen semblante, el ánimo y hasta las ganas de comer". Habían pasado días durísimos desde que las mujeres comenzaron a sentirse mal.
"En casa me levantaba de la cama para ver si mi abuela y mi mamá respiraban", evoca Antonella.
María Crossi agradece a todos estar recuperada. Y nada mejor que hacerlo a través de este video que grabó este viernes por la mañana para los lectores de Diario UNO.
Dice gracias especialmente al doctor Fabián Ferro, que las atendió en casa y tras revisar los estudios médicos de rigor les avisó de que serían internadas. María tiene especial gratitud con la familia, que es chica -la hija, un hijo y la nieta- pero que es muy unida y decidida a la hora de enfrentar los problemas.
Lo de María fue encomiable. No necesitó de respirador artificial durante la internación. Tampoco desarrolló una neumonía como les ocurre a la gran mayoría de los infectados de coronavirus. Sí presentó un cuadro de afección pulmonar. Líquido en los pulmones. Un edema. Y ya está en vías de dejarlo atrás definitivamente.
- ¿Cómo está María? -pregunta UNO a la nieta.
- Ahora está bien. Cuando volvió a casa no recordaba nada de lo ocurrido. Yo le decía: Nona, estuviste mal, mal. Todos los días pensábamos que podías morir. Ya la vimos más lúcida. En la cara se le notaba. Abría los ojos y nos hablaba. Gracias al oxígeno.
- ¿Y cómo ha sido la evolución?
- Muy buena. Se levanta y anda, aunque con ayuda. Ha vuelto a comer, porque hacía semanas que no comía bien por este cuadro médico. Le queda hacer un poco más de rehabilitación, como indica el kinesiólogo. Ahora mismo anda por la casa.