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Cinco malas costumbres que debés abandonar para ser feliz

Ser feliz no es nada fácil, pero existen comportamientos que ayudan poco y nada para tener una vida plena y libre de preocupaciones

Por UNO

Existen costumbres que poco a poco se arraigan en lo más profundo de nuestra mente y terminan siendo casi imposibles de superar, según la psicología. Un artículo publicado en el sitio psychologicalscience.org, basado en estudios de los especialistas Sevdalis, N. & Harvey, N. afirma que hay 5 actitudes que se deben abandonar urgentemente para ser felices.

Cinco malas costumbres que debes abandonar para ser feliz
Muchas veces somos nostros mismos quienes nos ponemos trampas a nuestra felicidad.

Muchas veces somos nostros mismos quienes nos ponemos trampas a nuestra felicidad.

Cinco malas costumbres que hay que sacar de nuestra vida para ser felices

1. La comparación con los demás

Compararse es una operación mental básica, pero se torna perjudicial cuando se convierte en un comportamiento incontrolable. Compararnos continuamente con otros puede distorsionar nuestra autopercepción y llevarnos a sentir inferioridad o a menospreciar nuestros propios logros. Esta actitud ignora que cada persona es única y enfrenta circunstancias distintas.

Para abandonar esta mala costumbre hay que centrarse en uno mismo. No se debe buscar ser mejor que nadie, sino la mejor versión de uno. Como dijo Walt Whitman, "soy tan malo como el peor, pero gracias a Dios, soy tan bueno como el mejor". Definí tus propias metas y sentite satisfecho con tu camino.

2. Buscar la perfección total

El perfeccionismo es una trampa que equivale a "insuficiencia". Implica una autoexigencia excesiva y permanente que genera un estrés innecesario (e infelicidad, claro). Quienes buscan la perfección se convierten en jueces implacables de sí mismos, centrándose en los fallos y desmereciendo cualquier logro, lo que conduce a una constante insatisfacción.

La clave es aceptar la imperfección y ver los errores como oportunidades para aprender. Es más valioso enfocarse en el esfuerzo que en el resultado final.

3. Adoptar el rol de víctima

Asumir el rol de víctima implica rendirse ante el destino y creer que no tenemos capacidad de acción. Esta actitud se basa en la queja continua, exagerando lo negativo y desarrollando una visión distorsionada de la realidad. El victimismo nos lleva a negar nuestra responsabilidad, culpando a los demás y desarrollando un locus de control externo que impide el crecimiento personal y conduce al resentimiento.

una buena manera de abandonar este rol es asumir la responsabilidad y ser el protagonista de nuestra vida. La felicidad, como afirmó John Locke, es una "disposición de la mente y no una condición de las circunstancias".

Cinco malas costumbres que abandonar para ser feliz
Procastinar o compararse con los demás son malos hábitos de los que hay que deshacerse si se busca ser feliz. 

Procastinar o compararse con los demás son malos hábitos de los que hay que deshacerse si se busca ser feliz.

4. Procrastinar (postergación de las tareas)

La dilación frecuente de tareas u obligaciones, conocida como procrastinación, suele esconder inseguridades, como dudas sobre nuestras capacidades o el miedo al fracaso. Aunque genera un alivio momentáneo, a largo plazo provoca que los problemas se acumulen, aumentando el estrés y la ansiedad al acercarse las fechas límite. Tomar decisiones o trabajar bajo presión raramente resulta en el mejor desempeño.

La solución está en identificar la causa subyacente (miedo, agobio, falta de confianza). No hay mayor peso que el de lo inconcluso.

5. Anteponer las necesidades de los demás a las propias

Si bien la empatía es positiva, priorizar continuamente las necesidades de otros por encima de las propias es un acto de baja autoestima. A menudo, detrás de esto se esconde el miedo al rechazo o a la soledad. Esta actitud no solo lleva al sufrimiento inútil y a la anulación personal, sino que también puede conducir a que los demás pierdan el respeto por nosotros.

Desatar este nudo mental es establecer límites saludables y reconocer tu propio valor. Tus derechos y necesidades son tan importantes como los de los demás.

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