Un equipo internacional acaba de lanzar una misión urgente: encontrar esos contenedores oxidados, ocultos a 4.000 metros bajo el mar, y descubrir si están filtrando veneno al corazón del océano. Equipados con tecnología de última generación, los científicos se enfrentan a lo desconocido. Lo que hallen allá abajo podría reescribir la historia del manejo nuclear… o revelar una bomba ambiental que sigue latente.
Como piensan hacerlo y qué país está involucrado
La misión para localizar y evaluar los barriles radiactivos hundidos en el océano Atlántico comienza con la cartografía del fondo marino en un área de 6.000 km². Para ello, se utilizarán sonares de alta precisión y el robot submarino autónomo UlyX, capaz de operar a más de 4.000 metros de profundidad. Además, los científicos recogerán muestras de agua, sedimentos y fauna para analizar posibles niveles de radiación y estudiar el impacto ambiental en el ecosistema profundo del océano.
Esta iniciativa está liderada por un país europeo, Francia, a través del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS), en colaboración con el Instituto Francés de Investigación para la Explotación del Mar (Ifremer), la Autoridad de Seguridad Nuclear y otros socios internacionales. El país coordina una misión que también contempla una segunda fase, en la que se emplearán robots operados remotamente o sumergibles tripulados para examinar directamente los barriles y tomar muestras más precisas en el fondo del océano.