El mundo de las estadísticas oficiales es una zona oscura. Esto viene a cuento de que esta semana visitó por primera vez el Sur el ministro de Seguridad, Gianni Venier, y funcionarios de ese organismo. En una de las tantas frases que se escucharon sobre la actualidad policial y judicial local, dijeron que en San Rafael bajó el delito comparando marzo de este año con el mismo mes de 2015.
Para quienes vivimos en San Rafael y hemos sufrido en carne propia o por alguien cercano la inseguridad (o nos dedicamos a informar y estamos en contacto con estas noticias) es muy difícil creer en ello. Tal vez ya la gente ni siquiera denuncia, o fue una casualidad de un mes o esas estadísticas no son confiables. Hace varios años nos pasó que dejamos de darle importancia y hasta de difundir las estadísticas viales oficiales (al menos en cuanto a las víctimas fatales) cuando descubrimos cómo se confeccionaban.
No hay mala fe pero sí una metodología deficiente que no sirve para conocer las cifras reales de la problemática. A saber. Las estadísticas sobre víctimas fatales en el tránsito que hace la Policía mendocina sólo cuentan a las personas que murieron en el lugar del hecho. Es decir, los que fallecieron camino al hospital o días después, no aparecen.
Y hay más “deficiencias”. En el caso de San Rafael los muertos viales que ocurren en los distritos del Este (Villa Atuel, Real del Padre o Jaime Prats) no se incluyen en las estadísticas sanrafaelinas porque jurisdiccionalmente (por cercanía geográfica) esos distritos están bajo el ala de la comisaría alvearense. Lo mismo sucede con El Sosneado, que policialmente es de Malargüe. Como verán, las cifras oficiales de San Rafael cuentan varias víctimas menos al año.
Por eso en UNO San Rafael hace algunos años llevamos nuestra propia estadística vial, detallada por día, mes, lugar, etc. No sabemos la metodología para confeccionar las estadísticas de delitos. Si tienen falencias similares a las viales, no serían nada confiables. Igual celebro que se vuelva a difundir las estadísticas de seguridad, que otros escondieron para ocultar la realidad.
Por Javier Martín
