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Ante el cambio de planes del grupo inversor internacional, tras 10 años de incumplimientos, la exlegisladora y dirigente social y ambientalista María Emma Bargagna insistió en la necesidad de expropiar el exhipódromo

"Paraná necesita este parque central más que nunca, ahora y para las futuras generaciones"

Por UNO

Borrón y cuenta nueva, o acá no ha pasado nada. Diez años después de anuncios de obras megamillonarias, de lograr absolutamente todos los cambios normativos urbanos solicitados para una inversión privada, de no ser sometidos a una verdadera discusión ciudadana, el grupo inversor Libertad -conformado por capitales nacionales y extranjeros- volvió a la agenda pública de Paraná para conformar un nuevo proyecto de urbanización en el exhipódromo de Paraná tras decidir unilateralmente la no realización del prometido shopping.

Empezó mal, y terminó como debía terminar; de la misma manera. Porque cuando las decisiones del futuro de una ciudad quedan en unas pocas personas, sin el debate necesario, el futuro de una sociedad y la calidad de vida de futuras generaciones de paranaenses corren serios riesgos de sustentabilidad.

El grupo propietario del predio mayor del excirco hípico, hizo público un nuevo proyecto de obras para el lugar, que supone nuevas formas de integración entre galerías comerciales y edificios. Y dio ingreso formal de un nuevo expediente en la Municipalidad para motorizar cambios que den aval a esos nuevos antojos o intereses. Mientras tanto, los años de promesas incumplidas alcanzan también al comprometido nuevo hipódromo en Oro Verde, nunca completado, y que sin su existencia o habilitación prácticamente condenó al histórico y emblemático Jockey Club a un carácter residual.

En el ámbito municipal evalúan la situación, aunque aún sin definiciones concretas. Hay un antecedente en la ciudad, hace dos décadas, cuando el exintendente Humberto Cayetano Varisco, en los años del auge del neoliberalismo en el país, adquirió con visión estratégica para el patrimonio público las 100 hectáreas del Nuevo Parque.

Mientras los años pasan, y los incumplimientos quitan seriedad a cualquier nueva iniciativa privada en el exhipódromo, la ciudadanía se apropió del espacio público. No hay mejor manera de observar o medir una idea que contrastarla con la realidad: miles de familias, a diario y fundamentalmente los fines de semana, llegan al corazón -o también al verdadero pulmón- de la capital provincial, para disfrutar de espacios verdes.

"Es la mayoría silenciosa, que rápidamente adhirió cuando nosotros recogimos avales y firmas para la presentación en la Legislatura provincial, del proyecto de expropiación del predio", contó a UNO la autora de esa iniciativa, la exdiputada provincial Emma Bargagna.

"Seguimos sosteniendo que es absolutamente necesario en el centro de la ciudad un espacio verde para todas las familias. Hablamos de lo que se denomina en urbanismo un parque de proximidad, porque se produjo una gran expansión demográfica hacia el este, y para miles de familias el Parque Urquiza y el Parque Nuevo han quedado muy lejos, en otros extremos. Los fines de semana vienen personas hasta de Colonia Avellaneda y San Benito", contó la legisladora.

La necesidad de contar con más espacios públicos, teniendo en cuenta el déficit cada vez más acuciante que avanza a la par del crecimiento demográfico, no solo se fundamenta en un Parque Urquiza ya colapsado -proyectado hace 80 años-, o en el lejano Parque Humberto Varisco.

"Paraná necesita este parque central más que nunca, ahora y para las futuras generaciones", acotó.

Además de estar rodeado de populosas barriadas sin grandes espacios para el uso público, hay en torno al predio de 22 hectáreas una veintena de instituciones escolares que lentamente han empezado a darle uso, en la medida de sus posibilidades. Hasta allí concurren algunos grados o delegaciones escolares para realizar las actividades físicas que ya no pueden realizar en sus estrechos patios, y no cuentan con gimnasios o espacios públicos que permitan cumplir con la cada vez más necesaria actividad física y recreación, en un contexto de epidemia de obesidad, sedentarismo y encierro que viven y sufren los niños y jóvenes. "Las escuelas no tienen lugares, y los clubes cada vez necesitan más espacios verdes", acotó Bargagna.

En ese marco, la integrante de colectivos sociales como la asamblea El Río es de Todos, y del Foro de Políticas Públicas que agrupa a distintos centros de estudios que coinciden con este diagnóstico, renovó el planteo -formulado fugazmente años atrás en anteriores composiciones del Concejo Deliberante-, de encarar un proyecto de expropiación, como presentó en 2015 en la Legislatura provincial durante su mandato como legisladora.

"Hay que hacerlo ahora que no hay nada construido, porque después será más difícil. A nivel internacional hay líneas de crédito barato, que se les da a las ciudades, más cuando se están acentuando las problemáticas del calentamiento global del planeta, con el propósito de que proliferen los espacios verdes. Organismos internacionales como el Banco Mundial otorgan créditos a baja tasa y largo plazo de pago, que permitirían a través de una ley provincial determinar la expropiación e indemnizar a los titulares de los lotes en que fue subdividido. La manzana más importante, lindante a la plaza Mujeres Entrerrianas, es del Grupo Libertad; en el caso del resto de los lotes de alrededor, muchos de ellos ya nos habían planteado que no tenían inconvenientes con la expropiación, porque notaban que es un beneficio para la sociedad. Es decir, no se abrirían muchos conflictos", planteó. "Se puede hacer si hay voluntad política de generar una ciudad que sea un lugar donde la gente tenga calidad de vida", remató la exlegisladora.

Mensaje para concientizar

Los vaivenes por el predio del exhipódromo Almafuerte -que es sinónimo de tierra, árboles, aire y pájaros- tiene muchas similitudes con una película de niños que deja una gran enseñanza ecológica.

En el film familiar El Lórax en busca de la trúfula perdida, hay una ciudad que agotó los recursos naturales y por eso vive de manera artificial. Por convencimiento de un intendente, los ciudadanos creen que las plantas y el aire que respiran es puro, y es ahí cuando un niño y una semilla aportada por el causante del fin de los árboles buscan torcer la historia y demostrar que necesitan volver a la naturaleza.

Una historia que presenta de una manera colorida y metafórica la falta de espacios verdes, el desmonte y el crecimiento de una ciudad sin planificación.

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Foto UNO/Mateo Oviedo
Foto UNO/Mateo Oviedo

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