Análisis y opinión

Lilita, la Bullrich, Macri y las denuncias de destratos y caprichos en el PRO

Los "halcones" Mauricio Macri y Patricia Bullrich fueron advertidos por los otros sectores de la coalición opositora de que ya no aceptarán más caprichos

"Estamos cansados del destrato y los caprichos del Pro". Las alarmas saltaron en la coalición opositora Juntos por el Cambio (JxC) cuando Lilita Carrió dijo esa frase desde su chacra bonaerense de Exaltación de la Cruz. Los "cansados" eran tanto la Coalición Cívica que ella conduce, más los "primos" (así los definió) de la Unión Cívica Radical (UCR) y, claro, el grupo disidente del mismo PRO, es decir Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal.

Los destinatarios del misil fueron el accionista mayor del PRO y ex presidente de la Nación Mauricio Macri y la titular de ese partido Patricia Bullrich, ambos "halcones" que se quieren comer a las "palomas".

Lo que ayudó a que terminara de saltar la térmica fue que, de manera paralela, los radicales presentaron en sociedad al neurólogo Facundo Manes a quien propusieron como cabeza de lista en la provincia de Buenos Aires para las elecciones legislativas de noviembre, fecha en las que JxC intentará frenar al cristinismo y sacarle bancas en el Congreso. La apuesta de máxima de la UCR es posicionar a Manes como figura presidencial para el 2023.

A la vejez, paloma

Carrió, aquella veterana águila guerrera ahora convertida en una dúctil paloma ("porque la Nación está en peligro y hay un presidente débil") sugirió que Macri y la Bullrich venían actuando como si estuvieran fuera del tiempo real, como si todavía siguieran en 2017, como si no se acordaran de que en abril de 2018 la situación estalló por los aires porque no hubo "brotes", ni inversiones, ni creación de empleos ni cambios positivos en las clásicas distorsiones de la macroeconomía. Sin olvidarnos, además, de que en ese mes el FMI nos cortó el chorro de dinero ante la comprobación de que no íbamos a poder devolver el súper préstamo.

Es cierto que pese a todos los problemas Macri pudo dar vuelta la maldición de que los partidos liberales no podían concluir sus mandatos. Y que el 41% de los votos logrados en las presidenciales de 2019 es una cucarda más que digna para lucir. Pero Macri perdió ante el 48% de Alberto y Cristina. Y, ahí no hay tutía. Como en el fútbol, donde los goles son amores y no las buenas razones, esa derrota no fue bien elaborada por Macri ni por Bullrich.

Creyeron que la onda era ser halcón a full para seguir peleándole a Cristina con el mismo nivel de agresividad de ella, pero no contaron con que la realidad social (la pandemia, el cansancio y los temores de la gente, la inflación, la falta de vacunas, la caída del empleo, el encierro) había generado otra forma de ver las cosas. Después de este cimbronazo sanitario mundial, los ciudadanos buscan otras cosas: concordia, acuerdos, bajar los decibeles, celebrar la vida.

Copetes rebajados

Ante el remezón interno de JxC, Macri y Bullrich se están viendo obligados a bajar el copete. Hoy en esa coalición hay muchos que ya no se amilanan. Ni entre los socios radicales ni entre los "lilitos" y ni siquiera entre los más expectantes dirigentes del PRO que entienden que estos no son tiempos de Macri para cargos electivos.

Por eso han decidido hacer pata ancha convencidos de que Macri tiene que tomar prudente distancia para permitir un reacomodamiento natural del macrismo tras la derrota de 2019 y dar paso a un crecimiento más abarcativo de la coalición opositora, guiado por una conducción horizontal.

Hay coincidencia en que el ex Presidente sigue muy pegado a la figura de su antagonista excluyente, Cristina Kirchner. Ambos tienen en las encuestas imágenes negativas muy altas. Cada vez son más los argentinos que ubican en las encuestas a Macri y a Cristina como "dirigentes tóxicos" e incluso están creciendo en el ítem de "figuras que hay que jubilar".

El larretismo-vidalismo está convencido de que ha comenzado su momento dentro del PRO. Sienten que ya le bancaron muchas cosas a Macri, al otrora poderoso Marcos Peña, a Durán Barba y a todas las mesas chicas, como para que ahora encima deban soportar, por ejemplo, el estilo marcial de la Bullrich.

La onda sargento

¿Vio, lector, que muchos de los que han sido ministros de Seguridad nacionales creen que después de dejar el cargo pueden seguir actuando como si los ciudadanos fueran tropa? Uno puede entenderlo en ese personaje grandilocuente y pedante que es el ministro bonaerense Sergio Berni porque viene de una institución verticalista como el Ejército. En Patricia Bullrich muchos quisieran ver, quizás, más ductilidad política y no tanta prepotencia, pero parece que los años del montonerismo le han dejado ciertas marcas, lo cual no quiere decir que no deba reconocérsele que es una persona de la democracia.

Apabullados por los datos de la realidad, Macri y Carrió, que venían de lanzarse dardos hirientes, decidieron esta semana "fumar la pipa de la paz". La que parece que no va aceptar bajar las armas es Bullrich, quien no concurrió a la última reunión de todos los popes de la coalición, molesta ante la supuesta defección de su jefe político. "Compartimos la responsabilidad de cuidar la unidad en Juntos por el Cambio", dijo Macri tras hablar con Carrió.

Lo que más habría molestado a Patricia Bullrich habría sería la frase "hay que contener los egos" vertida por Macri. Eso le habría provocado un fuerte enojo y hasta una advertencia de revisar su rol partidario y su precandidatura para las legislativas.

Lo concreto es que entre los referentes de los diversos sectores de la coalición ya no hay predisposición de ir ciegamente al pie de un apellido. Parece que quieren hacer realidad la "horizontalidad dirigencial" que pidió el año pasado Alfredo Cornejo, presidente de los radicales, a fin de que las principales decisiones de JxC salgan por consenso de las partes y no por imposición de un dirigente único.

Patricia Bullrich, a quien algunos dentro de la coalición llaman "la matona", tiene motivos para estar que trina. Sus ínfulas han sufrido un potente "tatequieto"

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