Hoy la tensión es máxima y el riesgo de fractura se disparó luego de la suspensión que la mesa directiva de la Convención Nacional hizo de los cuatro diputados que acompañaron el veto del Presidente a la reforma jubilatoria. Son Luis Picat (Córdoba), Mariano Campero (Tucumán), Pablo Cervi (Neuquén), y Martín Arjol (Misiones). Decidieron el pase al “Tribunal Nacional de Ética del Partido” de los cuatro, más los otros dos radicales que se ausentaron de la sesión el miércoles 11 de este mes, Roxana Reyes (Santa Cruz), y Gerardo Cipollini (Chaco).
La Convención Nacional es el máximo órgano doctrinario del radicalismo. La preside Gastón Manes, hermano del científico y diputado nacional Facundo Manes, hoy aliado al senador por la CABA y presidente del Comité Nacional Martín Louestau. La CN se reúne muy ocasionalmente, cuando deben definir posiciones muy importantes del partido, o construir alianzas electorales. Hubo algunas reuniones de convención memorables, como la de 2015 en Gualeguaychú que terminó decidiendo la conformación de Juntos por el Cambio, la alianza con Mauricio Macri que luego ganó las elecciones de 2015, reforzó en las legislativas de 2017 y se diluyó en el fracaso económico, permitiendo el regreso del peronismo-kirchnerismo en 2019.
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Hermanos. Gastón y Facundo Manes, presidente de la Convención, y diputado nacional influyente.
Para suspender a los cuatro diputados que cambiaron su voto y se aliaron a Milei para “aguantar” el veto a la reforma jubilatoria en la Cámara de Diputados, Manes reunió a la mesa directiva de la Convención. Allí, por once votos contra el solitario apoyo del mendocino Andrés “Peti” Lombardi, presidente además de la UCR local, la mesa mandó al tribunal disciplinario a los cuatro radicales que apoyaron el veto. Sólo uno de ellos, el tucumano Mariano Campero, fue parte luego del asado de los “87 héroes” que reunió el presidente Milei en Olivos para homenajearlos. Una provocación innecesaria, producto de la inmadurez política del propio presidente de la Nación.
El Tribunal de Ética de la UCR tiene tres miembros. El más conocido es el ex gobernador de Misiones Ricardo Barrios Arrechea. Fue ministro de Salud de Alfonsín. Los otros dos son la abogada feminista santafesina y ex legisladora provincial y nacional Alicia Tate, y el abogado platense Juan Pedro Tunessi. Sería una injusticia que expulsen a los cuatro diputados por cambiar su voto. ¿Qué deberían exigirle a Martín Lousteau, entonces, que votó la Ley Bases al revés que los senadores del partido que preside?
Luego del pedido de suspensión de los cuatro diputados y de la reacción negativa de dirigentes de peso -entre ellos el gobernador de Mendoza Alfredo Cornejo, el ministro de Defensa de la Nación Luis Petri -también mendocino- y del cordobés presidente del bloque de diputados nacionales, Rodrigo De Loredo, la situación partidaria pende de un hilo. ¿Es importante? Sí, porque el año próximo la UCR debe definir su política de alianzas. Habrá que ver allí qué pesa más: las necesidades políticas y electorales de los cinco gobernadores radicales Alfredo Cornejo, Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Leandro Zdero (Chaco), Carlos Sadir (Jujuy), y el correntino Gustavo Valdés, o las de Martín Lousteau, el presidente del partido que juega a ser una oposición cruda a Milei.
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Radical. Martín Lousteau en un acto en la CABA.
Lousteau está aliado a parte de la “rosca” radical bonaerense y a presidentes de distritos radicales en los que la UCR no es gobierno y que no tienen obligaciones de gestión. Este punto es importante. Hoy la grieta radical divide a los que gestionan, de los que no. No sólo los cinco gobernadores. La UCR tiene además 520 intendentes en todo el país. En el foro que los agrupa hay otro mendocino de peso. Ulpiano “Yayo” Suarez es el vicepresidente del Foro de Intendentes Radicales, y está a cargo ya que su ex presidenta Inés Brizuela y Doria (La Rioja), terminó su mandato de intendenta en diciembre. Yayo Suárez podría ser confirmado como presidente en la próxima reunión del foro, que será este año.
La pregunta que se hacen los radicales, con esta grieta interna, es cómo enfrentar el futuro inmediato y las elecciones del año que viene. Y con qué política de alianzas. Un radical experto en la “rosca” y con años de trajinar el Comité Nacional y relacionarse con las provincias, brindó una frase maravillosa a este columnista. Lo hizo el viernes mientras almorzaba en la CABA con el diputado nacional Martín Tetaz, ex aliado de Martín Lousteau. “Acá, hay que hacerse los boludos… adelantar definiciones del partido como pide Martín es una locura… Lo que tiene que hacer la Convención Nacional es reunirse en silencio y darles libertad de acción a todos los comités distritales, a los gobernadores, liberarlos a hacer las alianzas que mejor les parezca a cada uno…. lo que convenga para cuidar los territorios… Quién te dice que Alfredo termina aliado con La Libertad Avanza, con Luis Petri de pivot, y en Buenos Aires, Martín arregla en un frente con el peronismo” dice con pragmatismo lógico. Obvio, Alfredo es Cornejo y Martín es Lousteau.
Convención y Comité, y los mendocinos
Apuntarse a presenciar una futura reunión de los convencionales radicales hoy es como comprar vacaciones en un cráter de la luna. Para recordar, la Convención es un órgano casi plenipotenciario y multitudinario. Cada distrito manda a una cantidad de dirigentes que equivale a la suma de diputados y senadores de su provincia. Los convencionales mendocinos son trece: Gustavo Soto, Mercedes Rus, Marcelino Iglesias, Cynthia Maggioni, Ulpiano Suarez, Daniela García, Andrés “Peti” Lombardi, Carina Coparoni, Santiago Suarez, Andrea Molina, César Cattáneo, Ángela Floridia, y Natalio Mema. La mayoría tiene responsabilidades de gestión o son legisladores y están alineados con Cornejo. Pero a cuatro de esta lista, por lo menos, no los harían digerir un acuerdo electoral con Javier Milei y la Libertad Avanza, ni bajo tormentos.
Distinto es lo que ocurre en la mesa de conducción del Comité Nacional, la que preside Lousteau, que tiene sólo quince miembros, de un plenario que envía a cuatro delegados por distrito una vez cada dos años, cuando renuevan autoridades. En esa mesa de quince está la diputada nacional mendocina Pamela Verasay. Es la vicepresidenta tercera y la que suele confrontar más seguido con Lousteau. La legisladora fue la primera en castigar en la red X la sanción a los diputados que cambiaron su voto, unas tres horas antes que Cornejo, que luego multiplicó sus críticas en distintos medios. Los cuatro delegados al plenario del Comité Nacional son Verasay, el gobernador Cornejo, el ministro de Defensa Luis Petri, y la senadora nacional Mariana Juri.
La mesa de conducción nacional se va a reunir el miércoles presidida por Lousteau. “Le dio un ataque de democracia…” dicen con sorna sus rivales internos. Esa mesa viene de un cuarto intermedio. Lousteau ha mandado a consultar a los gobernadores radicales y a los bloques de legisladores sobre los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García Mansilla. Son los candidatos de Milei a la Corte Suprema, con algún tipo de acuerdo con el kirchnerismo. Fue rara la consulta de Lousteau, en un comité que ha opinado de todo salvo de estos pliegos. Pero el titular del partido hizo algo más. Desplazó de la mesa de conducción nacional del partido a Martín Arjol, uno de los cuatro “castigados” por apoyar el veto de Milei a la reforma previsional y cambiar su voto. Arjol es uno de los secretarios por Misiones. En esa mesa, además de Lousteau y la mendocina Verasay, hay nombres de peso como Daniel Angelici, Luis Naidenoff y Ramón Mestre, entre otros. Es obvio que no sólo se hablará de los pliegos de los candidatos.
Matín Lousteau está sobradamente advertido del lío que hay. El bloque de diputados nacionales sobrevivió apenas a una fractura y la semana pasada confirmaron su unidad, incluso con los suspendidos en sus afiliaciones partidarias. Hasta los diputados que le responden al trío Lousteau, Manes y Emiliano Yacobitti optaron por seguir bajo el mando del cordobés Rodrigo De Loredo al frente del bloque y siguen siendo treinta y tres. Veintidós (con los cuestionados) apoyan a De Loredo, y los otros once no, pero se quedaron adentro.
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Innecesario. El asado a los 87 "héroes" a los que Milei homenajeó.
En los diputados radicales hay tres tribus. Los más “mileístas” que cambiaron el voto, los once que le responden a Lousteau, una franja “del centro” donde abrevan Pamela Verasay y Lisandro Nieri, y se podría agregar a los que van y vienen con agenda propia, y pueden votar o no con el gobierno, como el caso de Julio Cobos, aunque el ex gobernador mendocino hace su juego. Ustedes eran muy chicos. Pero Cobos fue el padre del “No positivo”, y antes, se convirtió en el motivo de una de las fracturas históricas de la UCR, en 2007, cuando armaron la convergencia con los Kirchner.
Hay que hacer una diferenciación. Varios de esos diputados radicales “del centro” como Verasay o Nieri, tienen claro que no son peronistas ni kirchneristas, y que nunca lo van a ser. Los combatieron por más de una década. Por eso ven con sospechas los numerosos acercamientos del presidente del partido al kirchnerismo, sobre todo al bonaerense.
¿Y qué piensa Cornejo de todo esto?
El gobernador de Mendoza está ganando tiempo. No tiene otra opción. Entiende a la perfección que producto del fenómeno Milei la oposición está dispersa y en crisis. Toda, en su conjunto. Incluyendo a los peronistas y al PRO. Sabe también que el Presidente llegó al poder sin un plan de gobierno concreto, pero con muchas consignas exitosas. ¿Alfredo Cornejo se siente oficialista? No. Es y se siente opositor. Constructivo, pero desde ese lugar.
Si se lo preguntan, Cornejo dirá que el programa de gobierno que está aplicando Javier Milei es el de los candidatos de Juntos por el Cambio. Luis “Toto” Caputo es el padre de la “licuadora” de Leliqs. Había preparado un plan para desactivar esa bomba, a pedido de Horacio Rodríguez Larreta. El Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) lo ideó Luciano Laspina para Patricia Bullrich, lo mismo que todo el plan de regulación que Federico Sturzenegger había escrito también para la ahora ministra de Seguridad. Es probable que Cornejo esté de acuerdo con algunas de las medidas “macro” del gobierno de Milei, y que para convivir no los ataque por la mala praxis, los errores no forzados, los papelones, o la caravana de impresentables que poblaron algunas de las filas libertarias. El gobernador optará por la prudencia, el apoyo crítico, y se mantendrá en bloque con el resto de los gobernadores radicales. La grieta se confirma entre los radicales que tienen responsabilidad de gobierno, y los que no.
Javier Milei y Alfredo Cornejo
Bienvenida. El saludo entre el Presidente y el gobernador, en la primera visita de Milei a Mendoza como jefe de Estado.
Foto: Prensa de Gobierno
Los puentes no están rotos. Cornejo es -de los gobernadores- el de mayor recorrido político. Ya fue mandatario provincial antes, senador nacional, diputado, intendente, presidente del partido en la provincia y el país. Conoce el mapa radical de sobra. Y mantiene diálogo con “el otro lado”. Aunque no conversó con Lousteau en este episodio de la saga "veto a las jubilaciones", sí lo hizo un par de meses atrás cuando se discutía la Ley Bases. Cornejo le habría pedido al senador porteño que dejase de pedir cambios a una ley que de todos modos no iba a votar, a fin de limpiar la hojarasca y quitar ruido político a la ley que la mayoría de los radicales sí iba a acompañar, como efectivamente sucedió. El senador porteño finalmente hizo un despacho en minoría de esa ley, con el peronismo. La autovía de comunicación tiene otros carriles. Verasay, Peti Lombardi, hablan con Emiliano Yacobitti y con los radicales “anti Milei”, por darles un nombre.
La Libertad Avanza y el gobernador
¿Puede derivar todo esto en una alianza entre la UCR mendocina y La Libertad Avanza para los comicios legislativos de 2025? Es muy temprano para definir. Aunque ya habría existido alguna conversación. Se sabe que Karina Milei habla con el gobernador de Mendoza, y que recela de los demócratas mendocinos que en Buenos Aires, al menos según la Casa Rosada, se comportarían como si los votos fueran de ellos y no colectados por Milei. Es cierto. El PD había dejado de figurar en las elecciones, y de repente tienen dos diputados nacionales con los que sumaron un total de cuatro legisladores mendocinos de LLA: Lourdes Arrieta, Álvaro Martínez, Mechi Llano y Facundo Correa Llano, los últimos dos de extracción gansa.
¿Cómo sería un frente entre libertarios y Cornejo? Imposible anticiparlo. Pero vayan adquiriendo plateas aquellos que gustan de la “rosca”. Será afiebrada.
Hay cuestiones de piel, ideológicas, que son insalvables. Los radicales alfonsinistas no son liberales. Sueltan frases además del tipo “Milei nos odia… odia al partido, lo que somos y representamos”. Ya rechazaban en 2015 la alianza con Macri, sienten una repulsa más profunda por Milei. Consideran que el Presidente es fascista y autoritario. Al presidente del bloque propio Rodrigo De Loredo algunos de sus correligionarios ni siquiera lo consideran radical, y desconfían de la actitud “constructiva” de los gobernadores radicales.
Finalmente… ¿Cuál es la principal diferencia entre Lousteau y Cornejo? El gobernador de Mendoza entiende que este gobierno nacional no será un éxito memorable, pero que no terminará en un caos. Algunas ideas que se pusieron en marcha, la magnitud del orden fiscal, baja de la inflación, desregulaciones, podrían dar resultado y encaminar la economía nacional. Las ideas de la libertad están muy bien, pero el Estado sigue tutelando el tipo de cambio, no soltará el cepo sin dólares, y sigue interviniendo zonas de la economía que en "libertad" detonarían una bomba. Esta actitud estatista les da cierta tranquilidad a los gobernadores.
Además, Cornejo aprovecha a favor de la administración provincial medidas que se van tomando, como la importación de remedios de la India que le permitirá al Ministerio de Salud de la provincia ahorrarse U$S700.000 al año. Claro, el gobernador mantiene un ojo sobre las variables sociales que este año vienen mal y con costo en puestos de trabajo perdidos, pobreza, y caída de actividad. Martín Lousteau, por el contrario, sería proclive a creer que Milei se va a poner el país de sombrero y que la UCR no debe quedar pegada en los eventuales costos políticos.
¿Es posible en este escenario que la UCR se fracture? Sí. Pronto vendrá otro debate principista, como la privatización de Aerolíneas, y así será con todo. Sobre todo, porque quienes conducen la UCR al mismo tiempo tienen necesidades electorales en la CABA y la Provincia de Buenos Aires.
Peligro de extinción
El radicalismo nacional viene muy mal en las elecciones nacionales desde hace años. Hizo falta la decadencia menemista para que De la Rúa llegue a la presidencia. Ya sabemos qué pasó en 2001. Antes, en 1995 y tras la entrega anticipada del poder que hizo Alfonsín acuciado por la economía; el rionegrino Horacio Masaccesi había relegado por primera vez a la UCR a un tercer puesto electoral, con el 17 % de los votos detrás de Menem y del mendocino José Octavio Bordón.
En 2003 el candidato radical fue el neo kirchnerista Leopoldo Moreau -antes había sido radical histórico- y la UCR cosechó un magro 2,3 % de los votos en sexto lugar. Los ex radicales Ricardo López Murphy y Elisa Carrió habían rondado el 16 % y el 14 % respectivamente.
En 2007 el candidato fue extrapartidario por primera vez. Roberto Lavagna, que llegó al 16,9 %. La experiencia con “Ricardito” Alfonsín en 2011 fue desalentadora, sólo cosechó el 11 % de los votos detrás de CFK y del socialista Hermes Binner. En 2015, 2019 y 2023, la UCR fue en JxC y apoyó a Mauricio Macri, y en las últimas elecciones a Patricia Bullrich, que llevaba a Luis Petri como vice, aunque el ex gobernador radical jujeño Gerardo Morales (hoy corrido de escena), fue en la fórmula con Rodríguez Larreta en la PASO que perdieron.
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Ochentas. Un joven Alfredo Cornejo, y el presidente Raúl Alfonsín.
Pero el radicalismo creció en el interior. Hoy cuenta con cinco gobernadores, quinientos veinte intendentes, treinta y tres diputados nacionales, trece senadores nacionales, y cientos de legisladores provinciales y concejales en todo el país. De algún modo misterioso y sobre todo en las provincias, la UCR aún es un partido del poder. Pese a ello, en las numerosas consultas para esta nota, varios mencionaron las palabras “fractura” y “extinción”. Algunos propusieron como única vía de salvación partidaria volver a la antigua “UCR Lista 3” y no hacer alianzas, para regresar a las bases partidarias. Tal camino tendría garantizado el fracaso. La UCR como “marca registrada” está devaluada, como todas las agrupaciones políticas. Sólo existen Javier Milei, y la resistente Cristina con su incondicional 20 % del electorado.
La opción más flexible, aunque se doble y no se rompa, sería que la convención radical ordene un “libre albedrío” para asegurarle al partido más federal de la Argentina, la supervivencia no ya de sus ideas, sino de sus espacios de poder.
Dice el artículo 52 de la carta orgánica radical, algo así como la ley suprema del partido de Alem, Yrigoyen, Alfonsín, y tantos más: “La Unión Cívica Radical se extinguirá sólo cuando hayan desaparecido las causas que determinaron su existencia, se consideren las mismas logradas y no haya ningún ciudadano que quiera seguir sosteniendo su vigencia”. ¿Habrá llegado ese tiempo de apocalipsis? ¿O los radicales sobrevivirán aunque se pierdan cien gobiernos?